Fagor, la crisis de una empresa y de un modelo "ejemplar"

  • La Corporación Mondragón deja al borde del cierre a la firma vasca.
  • Podría entrar en concurso de acreedores en los próximos días.
  • El cooperativismo vasco, cuestionado.
Manifestación de los trabajadores de Fagor
Manifestación de los trabajadores de Fagor
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Manifestación de los trabajadores de Fagor

El anuncio de la Corporación Mondragón de no rescatar a Fagor Electrodomésticos aboca prácticamente al cierre a esta emblemática firma vasca, buque insignia del mayor grupo cooperativo del mundo, sinónimo hasta ahora de empleo seguro y puesto como ejemplo modélico en todo el mundo.

Las virtudes asociadas al cooperativismo vasco, admirado a nivel internacional y considerado ejemplo de excelencia empresarial y seguridad laboral, parecen haberse puesto en cuestión con la grave crisis que atraviesa Fagor Electrodomésticos, que podría entrar en concurso de acreedores en los próximos días tras la "firme decisión" del Grupo Mondragón de no acudir, esta vez, a su rescate.

El caso resulta especialmente simbólico, ya que precisamente Fagor Electrodomésticos es el germen de todo el proyecto de economía social de la Corporación Mondragón, que surgió del empeño de un joven sacerdote vizcaíno, llamado José María Arizmendiarrieta, que en 1941 fue enviado a esta localidad guipuzcoana, que vivía entonces las dolorosas secuelas de la posguerra española.

Este religioso, dotado de una mezcla de idealismo y talento pragmático, decidió trabajar a fondo para promover la reconciliación social e impulsar una nueva cultura obrera solidaria, que fomentara también la formación de los trabajadores y permitiera su acceso a la gestión y a los beneficios de la empresa.

110 cooperativas

El modelo parecía infalible, ya que setenta años después, la Corporación Mondragón agrupa a 110 cooperativas de muy diversos sectores, que sumaron una facturación en 2012 de 13.000 millones de euros y dan trabajo a más de 80.000 personas, el 42 % en Euskadi, el 40 % en el resto de España y el 17% en otros países del mundo.

Es cierto que, desde hace años, las cuentas de Fagor Electrodomésticos habían entrado en una debacle imparable, con una deuda de 800 millones de euros, pero también que el grupo siempre había salido al auxilio de esta cooperativa, cuyos trabajadores gozaban, hasta hace bien poco, de una situación envidiable en estos tiempos de amarga crisis económica.

Sin embargo, sólo ha hecho falta que una de las 110 cooperativas del grupo entre en preconcurso de acreedores para que salgan a la luz las fisuras de un modelo que ya no es garantía de trabajo seguro y sobre el que sobrevuelan algunas incógnitas relativas a la responsabilidad patrimonial de los socios en las pérdidas de la empresa.

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