Javier Cámara: "No tenemos miedos, es que nos los provocan constantemente"

  • Javier Cámara protagoniza 'Vivir es fácil con los ojos cerrados', una película sobre un profesor de inglés que viaja a Almería para conocer a John Lennon.
  • El actor ha hablado con '20minutos' sobre su película, sobre el estado de la industria española del cine y sobre la situación del país en general.
  • David Trueba: "En un país donde sin educación pública, yo no sería nadie"
Javier Cámara en 'Vivir es fácil con los ojos cerrados'.
Javier Cámara en 'Vivir es fácil con los ojos cerrados'.
UNIVERSAL PICTURES
Javier Cámara en 'Vivir es fácil con los ojos cerrados'.

Hay algo en lo que Javier Cámara es infalible, el actor riojano no falla cuando se trata de sacarle una sonrisa a los que le rodean. Lo dicen sus compañeros de rodaje, lo demuestran los fans que se le acercan y con los que él charla y bromea despreocupadamente, y se corrobora cuando uno lo ve en la gran pantalla dando vida a un personaje tan entrañable como el que interpreta en Vivir es fácil con los ojos cerrados, su última película.

Dirigido por David Trueba, el filme —que está basado en una historia real— cuenta la historia de Antonio, un profesor que enseña inglés a sus alumnos utilizando las canciones de The Beatles y que, en 1966, decide viajar a Almería para conocer a John Lennon, quien se encuentra rodando una película en la provincia andaluza. En su periplo, Antonio se encuentra con Belén (Natalia de Molina) y Juanjo (Francesc Colomer), dos jóvenes que, por distintos motivos, han decidido huir de sus casas.

Javier Cámara ha hablado con 20minutos sobre este trabajo así como sobre su buen momento profesional, la situación del cine español e incluso la política actual.

Aquí interpreta a un personaje muy optimista, ¿hace falta esa mirada en estos tiempos?

Sí, además yo creo que ve más allá. Ve los problemas también, ve las dificultades, ve al niño que no tiene para comer... Pero en el fondo es alguien positivo, alguien que hace del defecto virtud y de la dificultad una posibilidad de conseguir algo bueno. Necesitamos gente así, necesitamos personas positivas.

¿Es usted un poco así?

A veces me cuesta pero sí es cierto que siempre saco algo positivo de algo que no me haya gustado. Si de repente algo artístico no me convence o un viaje sale mal, busco, porque siempre hay algo bueno. Le doy la vuelta a la tortilla. No me quedo con lo malo de las cosas, de hecho me olvido mucho de lo que me ha causado negatividad.

Otro mensaje de la película es que en la vida no hay que tener miedos, ¿a usted le queda alguno?

No es que nos queden miedos, es que nos los provocan constantemente: el miedo a no tener dinero, a no tener comida, el miedo al diferente, el miedo al extranjero... Nos provocan esos miedos desde los medios de comunicación, que serían los miedos de comunicación, y desde los gobiernos y desde otros foros. Hay sociedades que tienen todavía más miedo que nosotros, como la estadounidense. Les provocan esos temores para controlar a la gente.

Si la sociedad tiene miedo y le das lo que quiere de comer, se queda conforme y ya está. Y si la sociedad es más tonta, pues es más controlable. Así que uno tiene que liberarse de esos miedos y tiene que seguir aprendiendo y tiene que seguir conociendo y tiene que seguir creciendo porque así se convertirá en una persona más libre.

El profesor al que interpreta emplea métodos educativos poco ortodoxos, ¿harían falta más profesores así para conseguir una educación mejor?

En el sistema educativo español, al menos el que me ha tocado a mí, me cayó un tanto por ciento elevado de profesores brillantes. No solamente me acuerdo de Fernando Gil —que fue el que me dijo que tenía que irme a Madrid a intentar estudiar arte dramático, que era una carrera, que con eso se podía uno ganar la vida, en un momento de bastante inconsciencia por mi parte—, sino que cuando llegué a la escuela de arte dramático, todos los profesores eran verdaderos vocacionales. Querían que los actores se formaran pero es que además amaban su profesión.

Ser profesor es algo tan vocacional como ser actor. Ahora mismo, cualquier profesor que tenga cuarenta alumnos en el aula no solamente piensa en el sueldo a fin de mes, que imagino que también, sino en cómo van a sacar adelante a esas personas. Tienen un peso sobre sus hombros muy alto.

¿A usted también le gustan los Beatles?

Ahora sí me gustan más los Beatles. Cuando era más joven no apreciaba la música de los Beatles o de los Rolling, me gustaban más otros grupos. Además he sido muy ecléctico, nunca me ha gustado un grupo y me he comprado todos sus discos. He tenido mis épocas con Prince, con el funky, con la música disco, con la nueva trova...

Ahora sigo con ese eclecticismo, escucho cantautores americanos, música francesa —estoy recuperando el francés—, escucho lo que escuchan mis amigos... Pero no tengo nombres en concreto, tengo canciones, tengo momentos, álbumes... Es la música que encuentro en ese momento. No hago grandes seguimientos de cantantes, y lo mismo me pasa con las series.

¿Cómo fue trabajar con unos compañeros tan jóvenes?

Fue vivificante. Te recuerdas a ti mismo cuando empezaste, recuerdas esa energía, esa sorpresa, esa mirada, esa ternura, esa parte como de inocencia y a la vez de determinación. Natalia es una actriz muy, muy madura, y eso que es su primera película.

¿Qué sensación queda cuando el trabajo ya está totalmente terminado?

Sobre todo alegría. Estoy feliz, estoy muy contento con esta película y tengo ganas de que la gente vaya a verla al cine. Ya me está dando muchas satisfacciones. Por ejemplo, invité a mi tío a uno de los preestrenos que hicimos y su reacción fue emocionante. No hay nada mejor que un familiar te diga que esta es la mejor película que has hecho y el personaje más bonito que harás jamás.

Ahora que está tan centrado en el cine, ¿no echa de menos la televisión y el teatro?

La televisión no la echo mucho de menos. Es tremenda, es un ritmo de trabajo brutal. Pero el teatro sí que lo echo de menos y voy a volver cuanto antes.

Los directores con los que más ha trabajado son Pedro Almodóvar e Isabel Coixet, ¿qué le han aportado y qué le aportan a su carrera?

Ellos tienen la creatividad suficiente para mantenerme en vilo durante unos meses a su lado. No son sólo gente con la que has trabajado sino que se convierten en compañeros que modifican tu vida. También son pedagogos en cierto sentido. Yo aprendo muchísimo de mi trabajo, es absolutamente enriquecedor. No he parado de aprender ni un solo día, de todos, no solamente de Pedro Almodóvar, de Isabel Coixet, de Cesc Gay o David Trueba sino de todas y cada una de las personas que componen las películas. Uno aprende hasta de la persona de la que piensa que no va a aprender.

En medio de toda esta crisis y de la negativa percepción del negocio audiovisual, la pasada Fiesta del Cine fue un gran éxito, ¿cómo se interpreta esto?

Se interpreta de una forma muy positiva. Es un éxito del que hay que dar gracias a los distribuidores y a los dueños de las salas por haber hecho esta propuesta y por que se haga muchas más veces. Va a crear un caldo de cultivo para que muchas cosas cambien, para que los precios bajen, para que los tipos de ayudas que se están quitando se obtengan desde otro lado, para que surja una ley de mecenazgo, para que se luche contra la piratería. Es una ventana abierta en este mundo tan turbio que es la crisis española.

¿Por qué hay una percepción tan negativa del cine español?

No lo sé, es un lugar común que detesto. Es un lugar común como que en España se vive muy bien o que como aquí no se come en ningún sitio. Hombre, digo yo que habrá otros sitios en los que también se coma muy bien... Son lugares comunes que entran dentro del cerebro de las personas y se quedan ahí para siempre. Yo hago buenas películas para erradicar esos lugares comunes de las mentes de la gente.

¿No le tienta trabajar más fuera de España?

Al principio pensaba que eso era lo que había que hacer en esta profesión, irte fuera, pero con el tiempo me he dado cuenta de que fuera nos envidian por el hecho de que podamos hacer este tipo de películas, de que tengamos libertad para contar lo que queremos como queremos. Nuestras películas sí que son pura marca España.

¿Qué le falta por hacer?

Me falta todo por hacer, no he hecho nada. Me queda todo por visitar, por hacer, por comer, por beber, por disfrutar, por amar...

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