Un estudio concluye que el consumo moderado de cerveza puede mejorar la función cardíaca global tras sufrir un infarto

Un estudio ha concluido que el consumo moderado de cerveza puede mejorar la función cardíaca global tras sufrir un infarto. El estudio está publicado en 'Basic Research in Cardiology', referente internacional en investigación cardiovascular.
Cerveza, beber
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JOSÉ A. ROJO
Cerveza, beber

Un estudio ha concluido que el consumo moderado de cerveza puede mejorar la función cardíaca global tras sufrir un infarto. El estudio está publicado en 'Basic Research in Cardiology', referente internacional en investigación cardiovascular.

El informe elaborado por el Centro de Investigación Cardiovascular CSIC-ICCC-Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, se ha presentado este jueves en el Congreso de la SEC - Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares que se celebra estos días en Valencia.

En él se recoge que el consumo moderado de cerveza, tanto tradicional como sin alcohol, favorece la fibrosis reparativa en el corazón dañado, lo que deriva en un menor tamaño de la cicatriz y una mejora en el funcionamiento cardíaco global. Así pues, concluye que la ingesta moderada de cerveza puede mejorar el perfil lipídico, aumentar la calidad de las partículas de HDL (colesterol bueno o cardiosaludable) y reducir el estrés oxidativo sin que exista alteración de la masa corporal

Para la realización de la investigación se han utilizado animales de experimentación a los que se les proporcionó durante diez días, además de una dieta rica en colesterol, unas cantidades de ligeras a moderadas de cerveza (un grupo con 12,5 gramos de alcohol al día, otro con 25 gramos de alcohol al día y un grupo al que se les suministró cerveza sin alcohol, además del grupo control que no consumió cerveza).

Tras la inducción de infartos, los animales continuaron recibiendo la misma dieta durante los siguientes 21 días. La directora del Centro de Investigación Cardiovascular (CSIC-ICC), Lina Badimón, ha manifestado que el consumo moderado de alcohol (10-30 g al día) se ha asociado a un menor riesgo de infarto de miocardio o muerte en estudios en poblaciones con grave riesgo cardiovascular y en pacientes con enfermedades coronarias, "por lo que con esta investigación aspirábamos a evaluar la ingesta de cerveza tradicional y sin alcohol seguía la misma línea".

Mejor funcionamiento cardíaco

El resultado es que los animales a los que se les suplementó su dieta con cerveza tradicional (un consumo de leve a moderado) manifestaron menor estrés oxidativo y apoptosis (muerte celular), así como una mejor fibrosis reparativa en el corazón y, por tanto, un mejor funcionamiento cardíaco global.

La cerveza está elaborada con ingredientes naturales (agua, cebada malteada y lúpulo) y contiene diversos nutrientes como vitaminas del grupo B (especialmente ácido fólico), fibra y minerales (silicio, potasio, magnesio y poco sodio).

Asimismo, uno de los polifenoles (antioxidantes naturales) más destacados de la cerveza es el xanthohumol, presente en el lúpulo. "Existen evidencias científicas que relacionan, tanto el xanthoumol, como el bajo contenido alcohólico que contiene la cerveza con efectos protectores en la salud cardiovascular", ha comentado la doctora Gemma Vilahur, coautora del estudio.

El estudio 'Intake of fermented beverages protect against acute myocardial injury: Target organ cardiac effects and vasculoprotective effects' concluye que "21 días después del infarto de miocardio, el tamaño de la cicatriz era significativamente inferior en los animales cuya dieta fue suplementada con cerveza tradicional y sin alcohol, frente a los que mantuvieron una dieta habitual" ha constatado la directora de la investigación.

Por otra parte, el estudio ha analizado los mecanismos que subyacen a estos efectos protectores asociados a la ingesta de cerveza. Se reveló que los animales alimentados con cerveza mostraban, en la zona ciatricial y, en comparación con los animales del grupo de control, una menor infiltración de lípidos, una menor actividad metaloproteásica (enzimas que degradan la matriz extracelular), así como una mayor transformación miofibroblástica dependiente del factor de crecimiento transformante (TGF)-beta-1 lo que deriva en la formación de fibras de colágeno.

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