'After Life', retratos melancólicos de animales disecados

  • Una exposición muestra una serie de fotos de ejemplares taxidermizados, algunos de especies en peligro de extinción o extintas.
  • El fotógrafo Sean Dooley retrata a los animales disecados rindiendo homenaje a su existencia y para reflexionar sobre su pérdida.
  • Durante siglos, la taxidermia fue el único modo de observar el aspecto de algunas especies. A veces el afán coleccionista resultaba en la caza masiva y la extinción.
Ejemplar disecado de lémur rufo, un animal en peligro de extinción
Ejemplar disecado de lémur rufo, un animal en peligro de extinción
Sean Dooley/Hunterian Museum and Art Gallery, Glasgow
Ejemplar disecado de lémur rufo, un animal en peligro de extinción

La huia (Heteralocha acutirostris) era un ave que habitaba en la isla Norte de Nueva Zelanda, tal vez el pájaro que más diferencias presentaba en el pico según el sexo: la hembra lo tenía alargado y curvo; el macho, recto y corto. La deforestación de la isla cuando llegaron los colonos europeos, el uso de las plumas como adorno (eran un animal fundamental en la cultura maorí) y la caza de ejemplares para exhibirlos disecados en museos acabaron extiguiendo su fragil población en 1907.

El macho de la imagen eleva la cabeza en una postura forzada, hacia arriba, pero con la mirada vacía. La única posibilidad actual de retratar a esta ave a la que apenas hubo tiempo para estudiar es fotografiar a un ejemplar taxidermizado, vacío de vida y relleno para la posteridad.

La exposición After Life (Después de la vida) —en el museo Horniman de Londres hasta el 2 de marzo— presenta una colección de imágenes de criaturas disecadas captadas por el fotógrafo Sean Dooley. El autor intenta infundir viveza en los ejemplares, honrar la presencia de animales como el gato montés (que no está amenazado), como el lémur rufo (en peligro de extinción) o como la extinta huia.

"Cada espécimen representa una vida perdida"

"Aunque a menudo preciosos, son extremadamente pobres sustitutos del animal vivo y en libertad", declara Dooley. El artista se refiere a la época victoriana como el momento en que se crearon las mayores colecciones privadas de animales disecados y recuerda la sorpresa que le causaban de niño esas "reliquias": "Han continuado activando mi fascinación infantil, a pesar de haber reconocido de adulto lo grotesco de matar y embalsamar a un animal, a veces sin otro propósito que satisfacer la curiosidad humana".

Los especímenes disecados eran la única manera de contemplar en primera persona el aspecto de especies que sólo vivían en libertad, pero el ciego afán coleccionista también causó tragedias irreversibles: cuando se propagaba la noticia de que un animal descendía en número, muchos se apresuraban a cazar ejemplares y aceleraban el proceso de extinción.

"Cada espécimen representa una vida perdida. La necesidad del ser humano por entender, disfrutar y beneficiarse de la naturaleza tiene que estar en equilibrio con el derecho de vivir de otras especies", advierte Dooley. Las fotos de After Life —respetuosas y melancólicas— son también testimonios históricos de nuestra imprudencia y una advertencia para el futuro más inmediato.

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