Entusiasmada Alejandra Andrade cuenta a 20 Minutos la satisfacción que todo el equipo siente por los resultados que está dando el programa. En concreto, la española, presa en Bolivia, con un cáncer terminal, indultada tras la emisión del programa. La intención inicial de Encarcelados (La Sexta), según la periodista, era mostrar algo que nadie había hecho: la situación de los españoles en cárceles de América Latina. Una iniciativa que, al subir el último año un 30% de presos españoles en tales cárceles, se materializó en este programa.

¿Cómo se siente después del logro del programa?

Estamos todos emocionados, ilusionados. Es el mejor regalo que puede hacer a un periodista. Es un orgullo para nosotros y también por ella, porque la presa española estaba muy enferma. Y esperamos que este caso sea el primero de muchos más.

¿Cree que sin Encarcelados no hubiera ocurrido?

Pues..., no se sabe. Pero lo cierto es que los consulados están siempre informados y lo estaban antes del programa. En Bolivia sabían lo que le ocurría a esta mujer. Y no hay que olvidar la importancia de la gente, que a través de Change.org, firmaron para que esto sucediera. Se recogieron 170.000 firmas.

Así que parece que la televisión puede servir para mucho más que para entretener...

Por supuesto. Es que para mí es eso, porque siempre he hecho reportajes de denuncia. Y al saber lo que pasaba en América Latina, que por ejemplo en Perú cada semana cae un preso español...

Seguramente ya habrá prisiones que habrán modificado algo tras su paso por ellas...

Hay otro caso, el de Paco, encarcelado en República Dominicana, que está alucinado, porque de pronto le han cambiado de prisión, tiene su celda, su cama y están moviéndolo todo para operarlo ya que está muy enfermo. Te hablo de un preso que no tenía ni sitio para dormir, mucho menos una celda.

¿Qué cárcel le ha impresionado más?

Todas son distintas. Pero de todas llama la atención la vulneración de los Derechos Humanos. Presos sin cama y comida, o los de Brasil, sometidos a constantes humillaciones psicológicas. No pueden mirar a los ojos a los funcionarios, han de ponerse en cuclillas y dejar que les pongan un espejo debajo cada vez que salen de la celda...  En la de Brasil abracé a un preso español y se echó a llorar: hacía dos años que no le abrazaba nadie. Y estaba las 24 horas en la celda sin salir. La cárcel de Costa Rica me impresionó porque todas las mujeres se habían rajado los brazos.

¿Y todo por delitos de drogas?

La mayoría han hecho de mulas, y lo han hecho porque en España están desahuciados. No lo justificas, pero también piensas que podría ser tu hermano pequeño.

¿Estuvo a punto de abandonar en algún momento?

El primer día, en República Dominicana, cuando entré y vi a los presos tirados, los perros y la basura..., lo pasé fatal. La primera impresión fue: qué es esto, y me asusté un poco. Pensé: Vámonos cuanto antes. Y al día siguiente vuelves a la cárcel con peor cuerpo, ya sabes lo terrible que va a ser. Es lo más 'heavy' que he visto nunca.

¿Costó que hablaran con ustedes?

Todos quieren hablar y denunciarlo todo. Los directores de las prisiones nos decían: sois como caramelos en la puerta de un colegio. Y es que en esas prisiones hay asesinos de verdad que no tienen nada que perder. Los directores temían que nos secuestraran. Los presos son los que mandan y con ellos es con quienes había que negociar.

¿Algún problema añadido por ser mujer?

Les llama la atención una europea y te dicen 'guapa' o 'ven aquí', pero nada más allá de eso. Lo peor son esas miradas de arriba abajo.

Después de esto, ¿qué proyecto puede engancharla?

Mira, tengo dos niños y estoy agotada. Los reportajes son lo que más me gusta, pero agradecería hacer algo más tranquilo.

¿Cómo llevaba este trabajo su familia?

Me encantó la idea cuando me la propusieron, pero me costó tomar la decisión. La pensamos mucho mi marido y yo, y al final lo hice. No deja de ser un privilegio.