El arquitecto chino Wang Shu cuestiona el rápido crecimiento urbano y cree que ciudades aglomeradas no deberían existir

El Premio Pritzker asegura en Segovia que "la velocidad es la enemiga de China"
Wang Shu y Martha Thorne, en Segovia
Wang Shu y Martha Thorne, en Segovia
EUROPA PRESS
Wang Shu y Martha Thorne, en Segovia

El arquitecto chino Wang Shu se ha mostrado este viernes escéptico ante el crecimiento rápido de las ciudades y ha rechazado las grandes aglomeraciones de edificios en los entornos urbanos, donde la vida gira alrededor de un centro comercial y se tiende a ver sólo coches y a nadie caminando.

"¿Eso es una ciudad? Las ciudades así no deberían existir, y en China hay mucho de eso", ha lamentado el fundador de la firma Amateur Architecture Studio, que cuenta entre sus distinciones con el Premio Pritzker de Arquitectura.

El galardón, que obtuvo en 2012, está considerado como el Premio Nobel del sector. Con él han sido reconocidos profesionales como los estadounidenses Frank Gehry y Richard Meier, el francés Jean Nouvel, los británicos Norman Foster y Richard Rogers, el español Rafael Moneo, los brasileños Óscar Niemeyer y Paulo Mendes de Rocha o los portugueses Álvaro Siza y Eduardo Souto de Moura.

El arquitecto chino, que ha participado este viernes en Segovia en una conversación con la directora ejecutiva del Premio Pritzker y vicedecana de Relaciones Externas de la Escuela de Arquitectura y Diseño del Instituto de Empresa (IE), Martha Thorne, en el marco del Hay Festival, ha dejado patente su apuesta por la creación sosegada y muy cuidada.

En su pequeño estudio de once empleados, que dirige junto a su esposa, Lu Wenyu, trabaja sin velocidad, controlando en cada momento los procesos. Sus plazos, según ha explicado, nunca son menores de seis meses a pesar de la presión de los clientes para hacer la labor con mayor premura.

"La velocidad es la enemiga de China", ha advertido este arquitecto, que sólo acepta un proyecto al año para poder así salir de lo común, experimentar con los materiales y conseguir la mayor calidad en el producto. Ello, ha apuntado, es rechazado por el sector de su país, siempre "obsesionado por el negocio".

"Los arquitectos tienen que hacer un esfuerzo para trabajar así. Muchos nos dicen que no pueden ser como nosotros porque no podrían sobrevivir, pero nosotros sí sobrevivimos, así que sí que es posible", ha apostillado.

Shu ha indicado como otra de las señas de identidad de su estudio el trabajo artesanal, que según ha presumido terminará por perderse con el auge de los nuevos sistemas de construcción.

Su firma bebe en el pasado, no sólo en las tradiciones sino también en los sentimientos, en un intento por conectar todo ello con el presente y con lo universal. En este sentido, Shu ha incidido en que lo que verdaderamente le importa es la tradición real, la que se ve. "Si la tradición está sólo en los museos, está acabada. Tiene que estar en la vida real, en las construcciones, y combinarse con la modernidad", ha subrayado.

Shu ha reconocido que son muchas los profesionales que abrazan en China la arquitectura occidental y que son muchos los arquitectos occidentales que se han trasladado para ejercer su actividad en el país asiático, de tal manera que se hace difícil saber quién ha diseñado cada construcción.

Por ello, ha reiterado la importancia de tener en cuenta la cultura y el legado tradicional, además de los materiales locales y una actitud acerca del mundo.

El encuentro en Segovia ha sido organizado conjuntamente por la Embajada y el Ministerio de Cultura chinos, el Centro Cultural de China en Madrid, el China Arts and Entertainment Group (CAEG) e IE University con la colaboración de la Revista Grazia y la Embajada de Estados Unidos.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento