Un mundo "lleno de caníbales" aterriza en San Sebastián

  • La película de Manuel Martín Cuenca, 'Canibal', ha sido recibida con favorables comentarios entre la prensa y aplausos por parte del público.
  • Antonio de la Torre dará vida al "demonio" y se enfrentará al "papel más difícil de su carrera".
  • Muestra la vida de un hombre frío y metódico, aparentemente incapaz de amar, que sólo se alimenta de la carne de personas.
Equipo de la película Caníbal en el Festival de Cine de San Sebastián
Equipo de la película Caníbal en el Festival de Cine de San Sebastián
JUAN HERRERO / EFE
Equipo de la película Caníbal en el Festival de Cine de San Sebastián

Manuel Martín Cuenca, que debuta en la Sección Oficial del Festival de Cine de San Sebastián con Caníbal, una sobria historia sobre el mal en el más estricto sentido de la palabra, asegura que "el demonio somos nosotros mismos" y que estamos rodeados de caníbales.

"El canibalismo es el gran tabú, por eso la metáfora. Imagina a un nazi que dirige un campo de exterminio, o no tan lejos, aquí mismo hay otros casos de genocidios: cómo se levanta por la mañana, se hace el desayuno —detalla el realizador andaluz— y saluda a su mujer". "Si tú vieras a ese señor ajeno a la misión que él cree que tiene, estarías viendo a la persona normal que él cree que es. Cómo se pasó esa línea -se pregunta el director de La mitad de Óscar-, cómo los nazis lo hicieron sin darse cuenta. Este es el caníbal de esta historia: la historia del mal de la que debemos hablar para ahuyentarlo, porque están aquí mismo".

En la película, que ha sido recibida con favorables comentarios de la prensa y aplausos por parte del público, no se ofrece ninguna pista sobre la única verdad que conoce el espectador antes de sentarse en la butaca: que su protagonista come carne humana.

El personaje

"La reflexión que hicimos, y todos estuvimos de acuerdo, fue intentar no hacer psicologismo y tratar de no explicar la presencia del mal. Para mí —añade Martín Cuenca—, es la historia de amor de un demonio. Igual que el ángel caído traiciona a Dios, y nadie se explica por qué", aquí tampoco, apunta. Ese "demonio" es un sastre de provincias al que da vida Antonio de la Torre en el "papel más difícil de su carrera", que trabajó a este psicópata "sin juzgar ni analizar a un asesino", sino tratando de entender el deseo del personaje y "su dificultad para empatizar", las dos claves de quién es. Y era importante para el actor "sentirse sastre", ver "la máscara" que le sirve para "dar rienda suelta a su lado oculto".

"Con los años —dice el ganador de un Goya, otras tres veces nominado y con muchos títulos de cine y televisión a sus espaldas— he aprendido que un actor es una herramienta al servicio de contar una historia, que tienes que hacer lo que tienes que hacer en cada momento y que la suma de eso es lo que te dará el personaje".

Aparte, dice, "sigo la máxima de que la realidad supera siempre la ficción. Trato de hacer siempre los personajes desde el alma", enfatiza. "Porque en esta profesión no se puede trabajar si no sientes pasión", asegura.

Basada en la novela Caribal, del cubano Humberto Arenal, el guionista y productor Alejandro Hernández explica que la película muestra la vida de un hombre frío y metódico, aparentemente incapaz de amar, que sólo se alimenta de la carne de personas con las que se cruza en su camino.

Sacrificios

Víctimas que dejan de serlo cuando conoce a Nina, hermana de su último banquete, una inmigrante llamada Alexandra, ambos papeles desempeñados por la actriz rumana muestra la vida de un hombre frío y metódico, aparentemente incapaz de amar, que sólo se alimenta de la carne de personas, que no sabía español al comenzar el rodaje.

La intérprete ha reconocido en una rueda de prensa que le dio "un poco de miedo" enfrentarse a Alexandra, "que es fuerte, sabe lo que quiere y es muy determinada", aunque para encarnar a Nina tuvo que engordar diez kilos en dos semanas, tarea en la que le ayudó la experiencia de De la Torre, protagonista en 2009 de Gordos.

La película, cargada de referencias religiosas que Martín Cuenca sólo reconoce como "parte de lo que somos", apunta, también habla del perdón, del sacrificio, de la muerte, de la sangre, del amor al prójimo, y de la redención o no", resume. "Alguien nos dio un consejo: que trabajáramos el inconsciente, que quitásemos toda la racionalidad de la película", y lo siguió convencido de que explicar las cosas "sería complacer al público", casi como para "quedarse tranquilo".

En realidad, resume, "lo que queremos es perturbar y hacer pensar por qué existe un personaje como este, un monstruo, una aberración que podría ser cualquiera de nosotros". Inquietante.

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