Sólo tiene 18 meses, pero ya cuelgan sus cuadros en una galería de arte de Mazarrón (Murcia) y, además, cuestan una pasta.
Los garabatos que Anais Gómez realiza con los pies y con las manos se cotizan entre 60 y 240 euros, según el tamaño del lienzo y el número de colores de la composición.
Todo comenzó como un juego, cuando tenía nueve meses, después de un día de trabajo de su padre, pintor de brocha gorda.
"Mi hija cogió la pintura de mi mono de trabajo y se emocionó con los colores. Desde entonces no ha parado de pintar", explica José Manuel.
Hablan los expertos
A pesar de su proeza, algunos expertos no están dispuestos a catalogarla como una niña prodigio, ni tan siquiera como artista.
"Esto es más un negocio que arte. Es como si a un mono le ponemos un pincel, seguro que hace algo. El arte es una expresión de lo que llevamos dentro y una niña de 18 meses sólo tiene capacidad para dormir, alimentarse y seguir creciendo", explicó el galerista José Manuel Fernández.
Pese a las opiniones, Anais Gómez es una de las pintoras más precoces, y bastante solidaria ya que parte de los beneficios de la venta de sus 50 cuadros serán destinados para proyectos en África.
No es la primera niña precoz
La historia de la estadounidense Marla Olmstead, de dos años, y de Henis, una niña pintora de Torrejón de Ardoz, que empezó a pintar con seis meses, son algunos ejemplos de pequeños prodigios del arte.
La historia de Marla quizás llame más la atención, ya que la venta de uno de sus cuadros llegó a superar los 20.000 euros.
Son sólo niños, pero muchos dicen que ya son verdaderos artistas.
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