'Erna de hierro', la conservadora favorita para devolver a la derecha el poder en Noruega

  • Después de casi una década en la oposición, Erna Solberg parte como favorita en las elecciones legislativas del próximo día 9 en Noruega.
  • Fue ministra de Administraciones Locales y Regionales en el segundo Gobierno del democristiano Bondevik (2001-2005).
  • Los sondeos sitúan al Partido Conservador en segundo lugar, desbancando así a la derecha xenófoba y compitiendo por la hegemonía con los laboristas.
Imagen de archivo de la política conservadora noruega, Erna Solberg.
Imagen de archivo de la política conservadora noruega, Erna Solberg.
Høyre / FLICKR
Imagen de archivo de la política conservadora noruega, Erna Solberg.

La conservadora Erna Solberg, a la que todos los sondeos dan como favorita en las elecciones legislativas del día 9 en Noruega, aspira a devolver a la derecha al poder tras casi una década en la oposición.

'Erna de hierro', como la apodaron en su etapa como ministra, acaricia ya un triunfo que culminaría casi diez años al frente del partido, un liderazgo que le ha costado mantener y que en algunos momentos fue muy cuestionado por los malos resultados electorales.

Al año de ascender a la jefatura conservadora, su partido se desplomó en las Legislativas de 2005, lo que la colocó en una situación muy delicada y la obligó a jugarse el puesto en las municipales de 2007.

El triunfo conservador en esos comicios le dio aire, aunque los rumores sobre su posible sustitución por el vicepresidente del partido entonces, Per-Kristian Foss, no quedaron despejados hasta unos meses antes de las siguientes elecciones de 2009.

Solberg mejoró notablemente los resultados de cuatro años antes y, aunque no pudo evitar la victoria apretada de la coalición "rojiverde" del laborista Stoltenberg, marcó el inicio de una tendencia claramente ascendente.

El Partido Conservador no sólo ha desbancado a la derecha xenófoba del segundo lugar en los sondeos, sino que además le disputa la condición de partido hegemónico a los laboristas y pocos dudan de que Solberg será primera ministra dentro de unos días.

Pactos de Gobierno

El triunfo de los conservadores podría significar la entrada en el Gobierno como socio minoritario del ultranacionalista y xenófobo Partido del Progreso.

Los sondeos otorgan una cómoda ventaja de más de diez puntos a este bloque opositor, aunque la formación de Gobierno podría enredarse porque difícilmente lograría mayoría absoluta sólo con la ultraderecha, y necesitaría el apoyo también de liberales y cristianodemócratas.

Las diferencias, sobre todo en inmigración, entre el Partido del Progreso y estas dos últimas formaciones auguran una convivencia complicada, aunque todos están dispuestos a sentarse a negociar.

Las encuestas le pronostican una caída sensible y la pérdida de la condición de segunda fuerza, pero el Partido del Progreso —en el que el ultra Breivik militó años atrás pero que dejó por moderado— se sabe indispensable en cualquier combinación y solo apoyará un gobierno del que forme parte, algo que sería histórico en Escandinavia.

Perfil

La determinación es una constante en la vida de Solberg (Bergen, 1961), a quien se le diagnosticó dislexia a los 16 años, una dificultad en el aprendizaje que comparte con su contrincante laborista y actual primer ministro, Jens Stoltenberg.

Involucrada en labores de voluntariado y en el movimiento estudiantil en su juventud, inició su carrera política en su localidad natal, en la que fue concejala en varios períodos.

Entró en el Parlamento en 1989, cuando ya había finalizado sus estudios de Sociología y Ciencias Políticas, y años después presidió la Asociación de Mujeres Conservadoras (1994-1998).

Fue ministra de Administraciones Locales y Regionales en el segundo Gobierno del democristiano Bondevik (2001-2005) y de esa época le viene el apodo de 'Erna de hierro', por su línea dura en inmigración y por sus presiones a Extranjería para intentar expulsar del país al líder religioso kurdo mulá Krekar.

Su etapa de ministra se vio salpicada también por el "caso Vanunu", el "espía atómico" israelí Mordejai Vanunu al que su departamento negó asilo político para no enturbiar las relaciones políticas con Israel, como se reveló años más tarde.

Pero el sobrenombre que recibió en esa época no se ajusta con su personalidad, sostiene Solberg, que no ha tenido inconveniente en hablar de sus problemas de sobrepeso.

"También tengo mis complejos. Espero poder demostrar que las mujeres pueden llegar lejos sin ser jóvenes, guapas y delgadas. Muchos creen que el envoltorio decide hasta dónde llegas, pero lo que cuenta es saber de lo tuyo. La confianza y la credibilidad son los que valen a la larga", confesó en una entrevista.

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