«Me descuidé, era muy inocente y estaba enamorada de esa persona». Melania va contando su historia al mismo tiempo que mueve el cochecito para que Nataly Alexandra, su pequeña de cinco meses, deje de llorar. La mira con ternura, la cubre con su mantita y sigue el relato: «El padre de mi niña es ecuatoriano. Tiene 19 años y al principio éramos sólo amigos; a los dos meses de salir con él me quedé embarazada», cuenta. Cuando lo supo se encerró en el baño. Y entre lágrimas se dijo a sí misma que no podía traer un hijo al mundo. «Yo no estaba preparada, no quería... Te ocurre y dices, ¡hostia!».Pero las promesas de su novio y el amor que le profesaba hicieron que Melania prosiguiera con su embarazo. «Cuando me empezó a crecer la tripa me ilusioné; pero luego la vida con mi chico se convirtió en un infierno y ahora he vuelto con mis padres. Ellos cubren todos nuestros gastos. Y a mí eso me pone triste. Lo que más me gustaría es trabajar e independizarme. No sé en qué, pero quiero trabajar. Ahora toda mi vida gira alrededor de Nataly. Ya no salgo, apenas veo a mis amigas. Hasta cierto punto las envidio. Yo no me he hundido de milagro. La vida me ha cambiado tanto... Pero ahora sigo adelante con mi hija. Eso sí, no quiero que ella cometa el mismo error que yo».
«No me he hundido de milagro»
Melania Folhas Ortiz tiene 18 años y una hija de 5 meses. Terminó con su pareja poco después de nacer la niña.
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