El gas sarín usado en Siria, un peligroso neurotóxico que ya fue usado en Irak y Japón

  • El sarín es un potente gas neurotóxico con una elaboración relativamente fácil y un coste moderado y que resulta indetectable cuando se evapora.
  • Cuando la exposición es directa o alta se producen convulsiones, parálisis, pérdida de conciencia y muerte por asfixia en muy poco tiempo.
  • Diversos informes apuntan a que se ha usado en Siria y antes se usó en la guerra Irán-Irak y en atentados en el metro de Tokio y en Matsumoto.
Un ejercicio de simulacro ante un ataque con gas sarín, en una imagen de archivo.
Un ejercicio de simulacro ante un ataque con gas sarín, en una imagen de archivo.
GTRES
Un ejercicio de simulacro ante un ataque con gas sarín, en una imagen de archivo.

El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, aseguró este domingo que las pruebas químicas que los expertos de EE UU han realizado supuestamente a muestras de pelo y sangre de víctimas de la matanza del pasado día 21 en las afueras de Damasco han revelado que se usó gas sarín para el ataque, según el Gobierno estadounidense perpetrado por el régimen de Bachar al-Asad.

Los servicios de inteligencia de EE UU han cifrado en 1.429 personas las personas muertas por el ataque, aunque fuentes independientes como Médicos Sin Fronteras han informado de 355 muertos y miles de afectados. En cualquier caso y de confirmarse estas afirmaciones el de Damasco sería el peor ataque con gas sarín desde la guerra de Irak-Irán, donde casi 5.000 personas fallecieron por bombardeos con sarín.

El gas sarín fue incluido en la lista de armas de destrucción masiva en 1991, mediante la resolución 687 de la ONU. El sarín es un líquido claro, incoloro e inodoro que se evapora y expande en contacto con el aire. Sus características hacen que no pueda ser detectado a simple vista, por lo que las víctimas no saben que están siendo contaminadas hasta que comienzan los síntomas.

El sarín actúa por contacto con la piel o los ojos o por aspiración, pero también puede disolverse en agua, por lo que se pueden producir exposiciones por ingestión de alimentos o bebidas o por el contacto con éstas. De hecho, incluso la ropa de alguien que haya sido expuesto al gas sigue siendo peligrosa y liberar gas hasta media hora después de haber entrado en contacto con el gas.

Otra de las características del gas, formulado por primera vez en 1938 mientras se investigaba con pesticidas en Alemania, es que es más pesado que el aire, por lo que tiende a descender. Esta cualidad es especialmente peligrosa y provoca muchas víctimas, que ante un bombardeo tienden a refugiarse en sótanos o subterráneos, que son invadidos con celeridad por el gas.

Dependiendo de la cantidad de gas sarín a la que se exponga un ser humano los síntomas pueden ser más o menos graves y aparecer en pocos segundos o en algunas horas. El sarín es un neurotóxico que ataca al sistema nervioso haciendo que los impulsos nerviosos emitidos por el cerebro se sobreexciten y no tengan fin, impidiendo la relajación de los músculos, lo que provoca espasmos y un colapso que provoca la muerte por asfixia.

Un manual sobre el sarín emitido por autoridades sanitarias de EE UU aseguran que para cantidades bajas de intoxicación por sarín se han descrito irritación de los ojos, visión borrosa, tos, opresión en el pecho, diarrea, confusión, vómitos y dolor abdominal entre otros. Cuando la exposición es directa o alta se producen convulsiones, parálisis, pérdida de conciencia y muerte por asfixia.

El sarín tiene un antídoto, una droga llamada atropina, que contrarresta sus efectos, pero ha de ser administrada con gran celeridad tras la exposición al gas para que sea efectiva.

Fácil y barato

Como arma química, el sarín es efectivo y barato de producir, además de fabricarse por un proceso químico relativamente sencillo. De hecho, según un informe de los servicios de inteligencia franceses publicado por el diario Le Journal du Dimanche, aseguran que Siria podría tener almacenadas varias decenas de toneladas de gas sarín, entre otros productos químicos para armamento, que sumarían cerca de mil toneladas entre agentes químicos y sus productos químicos precursores.

En el ataque, Siria habría utilizado dispersándolo mediante bombardeos. De hecho, el régimen de Bachar al-Asad posee misiles Scud (hasta 1.500 km de alcance), cohetes de artillería y bombas que pueden cargar y dispersar hasta 300 litros de gas.

"Cuando se lanza en un misil o un proyectil la carga explosiva lo evapora fácilmente y al ser un gas más pesado que el aire hace que se deposite a ras de suelo", explica José Luis García Fierro, profesor de investigación del CSIC. "El sarín produce entonces una niebla que no se puede ver ni percibir", explica García Fierro, lo que la hace más peligrosa. "Quien lo inhala muere en poco tiempo", explica el profesor.

Las máscaras de gas son ineficaces contra el gas, pues éste puede afectar también por contacto, y sólo se puede detectar "por análisis químicos a posteriori o por estudios forenses de la sintomatología de las víctimas", hace ver el experto del CSIC.

Ataques con sarín

Siria es uno de los pocos países que aún no ha firmado ni ratificado la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, Producción, Almacenaje y Uso de Armas Químicas y Sobre su Destrucción (CAQ) de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, que entró en vigor en 1997. Ya lo han ratificado 189 países y no lo han hecho Siria, Egipto, Sudán del Sur, Angola ni Corea del Norte. Israel y Birmania lo han suscrito, pero aún no lo han ratificado.

A pesar de que se busca erradicar este tipo de armamento no es la primera vez que se usa contra población civil, ya sea por Gobiernos o en actos terroristas. El peor ataque documentado con gas sarín se produjo durante la guerra Irán-Irak. En 1988 la aviación irakí lanzó sobre la localidad de Halabja un bombardeo con gas sarín que produjo la muerte a unas 5.000 personas. Años después, Saddam Husein y el general Ali Hassan al-Mayid, conocido como 'Ali el químico', fueron juzgados y ejecutados (2006 y 2010 respectivamente) por este ataque y por otros crímenes.

En junio de 1994 la secta budista japonesa Aun Shinrikyo (Verdad Suprema) llevó a cabo un ataque con gas sarín dispersándolo en un barrio residencial de la ciudad de Matsumoto, muriendo entonces ocho personas a causa de la exposición al gas. Un año después, el 20 de marzo de 1995 y en plena hora punta, varios miembros de la secta dejaron bolsas de plástico llenas con el gas en el metro de Tokio. Las perforaron pinchándolas con la punta de unos paraguas y abandonaron los vagones. Trece personas murieron y más de 6.ooo resultaron afectadas.

Antes del ataque de Damasco, se sospecha que el régimen sirio ya había probado sus armas químicas mediante el lanzamiento de un misil el pasado marzo sobre la localidad de Alepo, matando a 25 personas y dejando cientos de heridos.

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