Un hombre trajeado sujeta una bola del mundo atada a su cuello con una soga. El rostro y las manos de una mujer que escribe Dulce hogar parecen sobresalir de la tapa de una alcantarilla. Del supuesto bote que de mermelada, etiquetado con la leyenda en inglés New World Order (Nuevo orden mundial), sale un tentáculo que se enreda en la cabeza de un hombre sonriente que parece sacado de cualquier anuncio estadounidense de los años cincuenta.

Sr. X cultiva en su arte callejero la amargura y el humor a partes iguales. El autor se refiere al mundo en que vivimos con sorna y a la vez exhibe en cada trabajo un lado creativo que lo hace merecedor de ser contemplado, incluso cuando se trata de un enorme excremento acompañado de una frase que da al espectador la bienvenida al futuro.

No revela su nombre, dice que nació en la década de los ochenta y que, originario del norte de España, actualmente vive en Gijón (Asturias). Desde hace cinco años siente el impulso de salir a pintar a la calle —"siempre estoy pensando en ello", confiesa—. Cuando se le pide que resuma su arte urbano en tres palabras responde:  "no pude evitarlo (...), es la manera que tengo de expresarme y, aunque no tenga demasiada necesidad de ser oído, sí lo encuentro terapéutico".

Evita "estropear lugares que la gente se toma el tiempo y el dinero en cuidar". Para realizar sus obras busca rincones descuidados y siempre que es posible aprovecha elementos urbanos para insertarlos en el diseño. Los cubos del reciclaje, las alcantarillas, una chapa provisional de madera o el alicatado de una casa medio derruida son las superficies soñadas por Sr. X.

Con una imaginativa técnica a la que añade progresivamente más materiales, el artista mezcla las plantillas, los carteles y hasta el uso ocasional de hilo con el espray y la pintura.

Ahora se interesa por el carácter clásico del óleo y en sus "experimentos" en el estudio ("el campo de pruebas") combina barnices y resinas para lograr diferentes acabados. La calle, un escenario limitado en el que hay que ser tan efectivo como rápido, es el lugar en el que se lanza a mostrar el resultado de "muchas horas de diseñar, recortar, pegar y pintar".

Cree en la utilización del inglés como herramienta para propagar el mensaje de sus obras en Internet y tiene fe en la capacidad del humor como la mejor herramienta incluso para la denuncia. Aunque le gustan los diseños divertidos y distendidos, a veces se deja asediar por "todo lo negativo que ocurre a nuestro alrededor". "El presente y el futuro los veo cada vez peor, pero prefiero pintar a hablar sobre ello. Como especie, creo que lo estamos haciéndo realmente mal; como individuos, ni te cuento".