Egipto vive sus días más negros con temor a una guerra civil: Las claves del estallido de la violencia

  • En apenas dos días han muerto centenares de personas en el enfrentamiento entre partidarios y detractores de Morsi.
  • Ya no queda nada del júbilo del 3 de julio, noche del Golpe de Estado, cuando miles de personas celebraban en Tahrir el fin de un presidente que decepcionó.
  • La dimisión de El Baradei, la falta de actuación internacional y la resistencia de los Hermanos Musulmanes a abandonar su poder marcan el devenir del país.
  • Expertos analistas piden a Estados Unidos intervenir con medidas de presión como eliminar su ayuda económica, con una relación especial con el Ejército.
Varios manifestantes trasladan a un hombre herido durante choques entre los Hermanos Musulmanes del depuesto presidente Mohamed Mursi y detractores del mismo, en la calle Mourad de Giza, Egipto.
Varios manifestantes trasladan a un hombre herido durante choques entre los Hermanos Musulmanes del depuesto presidente Mohamed Mursi y detractores del mismo, en la calle Mourad de Giza, Egipto.
EFE
Varios manifestantes trasladan a un hombre herido durante choques entre los Hermanos Musulmanes del depuesto presidente Mohamed Mursi y detractores del mismo, en la calle Mourad de Giza, Egipto.

El pasado 14 de agosto el Ejército egipcio decretó el estado de emergencia con un toque de queda tras una jornada sangrienta en las calles, con enfrentamientos entre partidarios y detractores de Mohamed Morsi. Precisamente las cargas del Ejército contra los seguidores del hasta ahora presidente, que exigían su excarcelación y reposición en la Presidencia, fue el detonante de la oleada de enfrentamientos que acabó con un trágico balance, centenares de muertos y miles de heridos en una de las jornadas más negras de la historia del país.

Ese día el vicepresidente de Relaciones Exteriores, Nobel de la Paz 2005 Mohamed el Baradei, anunció su dimisión por no utilizar las “alternativas pacíficas” para llegar al consenso. En respuesta, el primer ministro egipcio Hazem el-Beblaui aseguró que no había otra alternativa para el desalojo de unas acampadas que ya no podían admitir. "No ha sido fácil, pero ningún Estado puede aceptarlo" refiriéndose así a la "propagación de la anarquía y los ataques a hospitales y estaciones de policía".

Apenas un mes y once días antes, el 3 de julio, la plaza Tahrir vivía una explosión de júbilo con el discurso televisado del jefe del Ejército, Abdel Fatah al Sisi, quien suspendía la Constitución y anunciaba que el presidente del Tribunal Constitucional asumiría la presidencia en lugar de Morsi después de sólo un mes en el poder.

¿Qué ha pasado en estas semanas para este estallido de violencia? ¿Cuál es la situación de Egipto? Los factores son complejos y variados, pero a corto plazo la solución a esta tensión social se aleja al tiempo que se divisa una guerra civil que todo el mundo quiere evitar. Lo que el representante del opositor '30 de Junio', Mohamed el Baradei calificó como "reconciliación nacional" para corregir la Revolución del 25 de enero, se ha transformado en un callejón con difícil salida. Un presidente detenido, la venganza y la ausencia de diálogo marcan un futuro próximo nada prometedor.

¿Por qué se enfrentan ambos bandos?

Cuando la noche del 3 de julio los Hermanos Musulmanes —fieles seguidores de Morsi— comenzaron su particular lucha, pocos imaginaron que terminaría en un estado de emergencia. Ese mismo día se produjeron los primeros enfrentamientos entre partidarios y detractores de Morsi. Una veintena de muertos y centenares de heridos, además del arresto de periodistas, fueron los primeros síntomas de una división que había sido provocada por el "neumático de repuesto", un islamista pertinaz que pasó de ser elegido democráticamente a provocar la polarización.

Partidarios y detractores de Morsi dan ejemplo de una clara fractura social. Seguidores de los Hermanos Musulmanes, políticamente mejor organizados, frente a afines a los intereses del Ejército. La sociedad egipcia se divide y convierte la situación en tormentosa, con violencia en las principales calles del país y la venganza como 'arma' temida por ambos bandos.

Morsi y los Hermanos Musulmanes frente al Ejército

Morsi se empeñó en identificar su mandato con la Revolución del 25 de enero de 2011, y el partido 'Libertad y Justicia' fue el gran beneficiario del derrocamiento de Hosni Mubarak en febrero de 2011. De la mano del islamismo, llegó al poder prometiendo ser el presidente de todos. En su primer discurso dijo que sería líder de "musulmanes y cristianos, hombres y mujeres".

Pero la realidad es que un año después ya había dividido el país. Sus primeras decisiones, como dejar a los Hermanos Musulmanes o apartar la cúpula militar, fueron recibidas con aprobación. Sin embargo, despertó temores en los sectores más opuestos al islam político y entre la minoría cristiana cuando decidió blindar sus poderes ante la justicia hasta la entrada en vigor de una nueva Constitución. Nunca consiguió diálogo por parte de la oposición, situación que agudizada por las condiciones económicas fue en aumento hasta las ingentes manifestaciones. El Golpe de Estado acabó con ese "repuesto" e inició el más duro enfrentamiento de la historia del país.

Las Fuerzas Armadas siempre han tenido peso en los cambios sociales en Egipto, ya desde el golpe militar encabezado por Nasser en 1952. Desempeñó un papel importante durante la revolución de 2011 para acabar con Mubarak, y ahora para el derrocamiento del presidente y el posterior desalojo y oposición a las acampadas. Con la ayuda económica de Estados Unidos, fue garante de la paz durante la transición hacia un gobierno civil y se ha convertido con creces en el principal elemento de control de la sociedad mediante el dominio de instituciones y todo tipo de industrias.  Desde el poder que le da ser uno de los ejércitos más grandes del mundo árabe, han controlado incluso colegios electorales en el último año. Precisamente retirarle ese poder fue uno de los motivos de condena del presidente, quien para los analistas pecó de ser poco conciliador.

Esta semana el Ejército ha reforzado su presencia en El Cairo, sobre todo en la plaza Tahrir y en los puentes sobre el río Nilo, enviando a la zona carros blindados de refuerzos.

Condena internacional y posición de EE UU

El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió de urgencia este jueves para pedir a Egipto el fin de la violencia y el diálogo entre ambas partes. Mostró su preocupación e instó a “ejercer la máxima contención” para avanzar hacia la reconciliación “sin violencia”.

Barack Obama, lejos de su discurso el día del Golpe de Estado, aseguró que no tomaría partido por ninguna de las dos partes aunque condenó “rotundamente” los pasos tomados por el Gobierno. “Estados Unidos no puede determinar su futuro, es una tarea para el pueblo”, afirmó desde la isla de Martha's Vineyard donde tuvo que interrumpir sus vacaciones.

Los expertos aseguran que Estados Unidos debe tomar medidas concretas contra la violencia en Egipto porque obstaculiza la reconciliación nacional. Desde la Casa Blanca se asegura que no habrá un reconocimiento del Golpe de Estado porque iría en contra de sus intereses. Sin embargo, los expertos en relaciones internacionales del país apuntan a tomar medidas de forma urgente.

The Wall Street Journal asegura que el país norteamericano sopesa suspender los ejercicios militares conjuntos con Egipto. Mientras, distintos analistas piden mayor presión. "Como mínimo, debe decir a los líderes que si no frenan la matanza no van a recibir un céntimo más de ayuda", enfatizó Ibrahim Hooper, director de comunicaciones del Concejo de Relaciones Estadounidenses-Islámicas. Concluyen que si no se toman acciones prácticas, los intereses en la región están en peligro. Entre esas medidas podrían incluirse el reconocimiento del golpe, la suspensión de la ayuda y el cese de la cooperación militar.

Europa intenta mostrarse unida ante esta situación y, aunque ha anunciado una reunión próxima de sus ministros de Exteriores, no hay una fecha clave. Hollande, Merkel, Letta y Cameron han acordado tomar medidas conjuntas, que se debatirán en los próximos días. El jefe de la diplomacia gala se atreve a pronosticar medidas de presión como la retirada de ayuda económica, que en los dos últimos años fue de aproximadamente 500 millones de euros.

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