Recuerdos, lamento y esperanza en el entierro de Diego Armando Estacio

El velatorio de Diego Armando Estacio congregó en su hogar, en Machala, a cientos de vecinos del barrio "8 de Noviembre", que con lamento recordaban aquellos gratos momentos que les ofreció en vida la víctima del terrorismo de ETA.
Velatorio de Diego Armando Estacio, víctima de ETA en el atentado de Barajas (EFE).
Velatorio de Diego Armando Estacio, víctima de ETA en el atentado de Barajas (EFE).
EFE
Velatorio de Diego Armando Estacio, víctima de ETA en el atentado de Barajas (EFE).

La humilde casa de los Estacio, en esa ciudad costera del suroeste de Ecuador, también se llenó de flores, lágrimas y esperanza.

Y es que los Estacio, aunque saben que el dolor lo llevarán siempre, quieren recordar a Diego, como el alegre muchacho, lleno de proyectos, amigable y solidario que siempre fue.

Su novia, Verónica Arequipa, que se ha refugiado en el rezo para sobrellevar la amargura, sacó una ligera sonrisa para decir que Diego vivirá siempre en su corazón.

Otra sonrisa para recordar que en su barrio en España tenía el mote de "bombero", por la cantidad de amigos que había cosechado en esa tierra y porque, además, era un tipo de fiar, de esos que extienden la mano en las buenas y en las malas.

Su abuelo, Avelino, también recuerda que Diego era de aquellos que ayudan en todo, como cuando vivió una temporada con él, y le apoyaba en las "carreras" del servicio de alquiler de su coche.

Un "buen hijo", según Avelino, que cuando cuenta la historia parece que su mirada se pierde en la calle, como queriendo ver a su nieto alzando la mano por la ventanilla del vehículo.

Su padre, Winston, tiene grabado en su mente aquella anécdota premonitoria, un día antes de su muerte, en la que confesó que unas cervezas que había bebido con su amigos serían las últimas que compartía con ellos, porque quería "entrar al mundo de los serios" y formalizar la relación con su Verónica.

Por eso bebió un día antes y por eso fue al día siguiente, acompañando a su novia, al aeropuerto de Barajas, porque venía su futuro suegro.

La resaca de la mala noche le jugó una mala pasada, porque decidió quedarse a descansar en el coche, aparcado en el estacionamiento de la Terminal 4 de Barajas, sin sospechar que ETA le arrebataría la vida con un atentado explosivo que voló el edifico, cayendo sobre el ecuatoriano toneladas de escombros.

Un "pana" o amigo de Diego, de Machala, también recordaba cuando solía jugar al fútbol, en una cancha pedregosa en la época seca, y lodosa cuando llovía, de su barrio, una "zona de peligro", sin alcantarillado ni agua potable, donde se combate la pobreza con humor del bueno.

El "pana" todavía recuerda cuando Diego avisó de su ida a España, hace tres años, cargado de un equipaje de poca ropa y mucha voluntad y esperanza.

El quería volver a Ecuador "siendo alguien", recordaba una de las profesoras de su escuela, la "Fulton Franco Cruz", también desolada por la pérdida de un buen alumno y mejor persona, que se despidió de sus maestros antes de ir a ganarse el futuro a España.

Su madre, Jaqueline Sivisapa, que no soporta más su perdida, también saca fuerzas al recordar la actitud de su hijo mimado, el que a menudo le ayudaba en las tareas de la casa, como queriendo aprender a llevar esas tareas, porque ya tenía pensado formar un hogar con su novia.

Diego Armando era de esos jóvenes luchadores, que enfrentaban la vida, y esa actitud es la que les da esperanza a sus padres, que volverán a España en unos quince días, para seguir bregando por lo que fueron a buscar allá: mejores condiciones de vida y dejar atrás la falta de oportunidades en su país.

No es justo que me lo hayan asesinado
"No es justo que me lo hayan asesinado, lo mataron y ese es un dolor muy grande que será muy difícil superarlo", indicó su madre, tras insistir en que la fortaleza para sobrellevar el duelo, la obtiene de los buenos recuerdos que heredó de su hijo.

Ahora, la familia Estacio se prepara para enterrar el cuerpo de Diego Armando, mañana, lunes, a las 09.30 de la mañana (14.30 GMT), en el Campo Santo "Parque de la Paz", de Machala.

Pese a que ya no se escuchará su voz juguetona y alegre, Diego Armando "nunca morirá, estará siempre aquí, junto a mí, junto a nosotros", balbuceaba su novia.

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