En el gueto de Belén

A pesar de que en Navidad la ciudad del pesebre se abre el mundo, los campos de refugiados muestran una realidad alejada de la paz y amor.
Bahaa y su madre, Abla, en su casa en el campo de refugiados de Belén.(Silvia Viquiera)
Bahaa y su madre, Abla, en su casa en el campo de refugiados de Belén.(Silvia Viquiera)
Bahaa y su madre, Abla, en su casa en el campo de refugiados de Belén.(Silvia Viquiera)
Bahaa Issa nació en fecha y tierra sagrada: el 24 de diciembre de 1981 en Belén. Vive en uno de tres los campos de refugiados de la ciudad. Es un perseguido, un expulsado, acogido en la ciudad del pesebre. Su vida no ha sido fácil. Su historia, como la de Jesús, tristemente universal.

Los campos de refugiados de la ciudad son habitados por los árabes expulsados en 1948 de los territorios que forman el actual Israel. La familia de Bahaa proviene de Tilissafi. El frío invierno les azotó nada más llegar. Vivieron más de diez años en paupérrimas tiendas de campaña auspiciados por la Acnur (Agencia para los Refugiados de la ONU). Nunca han dejado de ser «ciudadanos de segunda» en la Palestina salvajemente ocupada. Y sueñan con volver a casa. «Me encantaría criar allí a mi hijo», dice.

Bahaa quiere ser periodista. «Hablamos con gente de todo el mundo, pero las cosas van a peor». Él quiere romper esta dinámica. Y no lo tiene fácil. Para llegar a la Universidad Politécnica tarda dos horas por los puntos de control militares. Si no estuvieran ocupados, llegaría en sólo siete minutos. «Los soldados me dicen: ‘Tú no eres estudiante, eres un terrorista’».

La familia de Bahaa es orgullosa votante de Al Fatah. Su hogar ya no es una tienda, prosperaron, pues el patriarca familiar era profesor de escuela, y han podido construir una modesta casa en la que viven 20 personas. En el campo siguen faltando los recursos: escuelas, clínicas... Los niños no tienen dónde jugar, son considerados ‘peligrosos’. Los soldados realizan incursiones. Un gueto dentro de la gran cárcel de Belén que delimita el muro de hormigón.

En la última intifada (2000) estuvieron sitiados por el Ejército durante dos meses. Hubo muertos, pero resistieron. Habían aprendido la lección. «Si nos vamos, no volvemos», explica su madre, Abla.

Mujeres artistas por la paz

La Plataforma de Mujeres Artistas dio un concierto por la paz en la plaza de la Basílica de la Natividad de Belén en Nochebuena. El motivo de este concierto, en el que participaron Cristina del Valle, Carmen París y Mercedes Ferrer, entre otras artistas, era buscar la unión y el diálogo entre los pueblos y mostrar el apoyo español al sufrimiento de los palestinos.

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