La dama de la luz

Con 33 metros de altura, La Farola de Málaga es el único faro femenino que tenemos en España.
El barrio de La Malagueta ha cambiado tanto que La Farola se ha quedado pequeña. En 1817, cuando se encendió por vez primera, era la única luz que, de noche, desafiaba a la negrura para señalar el camino a los barcos. No hay otro faro femenino en las costas españolas, ni tampoco ninguna explicación de por qué La Farola de Málaga es farola y no faro. Tal vez por su graciosa silueta blanca, tal vez porque gobernaba un mar casi siempre en calma y daba entrada a un puerto alegre.Cuando se construyó La Farola, La Malagueta era un barrio de marengos, apenas un puñado de chozas sobre la arena de la playa, tal vez con más ajetreo del normal por la cercanía del puerto. Algunas de las mercancías más viajeras, como el vino, que entonces llegaba a las mesas de los mismos zares de Rusia, se almacenaban en bodegas, cerca de la playa. El trasiego de mercaderías y de pescado marcaría la vida del barrio, pero algo de mágico debía de tener el lugar, porque sus habitantes lo teñían todo de poesía. El primer merendero se llamó Merendero del Coral, y el primer balneario público, Los Baños de Apolo.

Hoy, La Farola ha quedado eclipsada por las numerosas torres de edificios que compiten con ella. La primera fue la chimenea industrial de una de las más antiguas fábricas de electricidad de la ciudad, la Malaga Electricity Company. Luego vinieron, en los años sesenta del siglo xx, los intentos de rascacielos. La Farola se quedó tan chiquita al lado de tanto monstruo, que ahora parece de adorno, pero no lo es.

Incluso los aviones se guían por sus destellos intermitentes; tres más uno cada veinte segundos. Y los Reyes Magos, acostumbrados a seguir estrellas, llevan unos años entrando en la ciudad por el puerto, reivindicando a La Farola como estrella de la ciudad, como mágica linterna arrumbada, como casi todo lo que nos define.

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