El papa Francisco, en las alturas y 'enfrentado' a Juan Pablo II y Benedicto XVI

  • En el avión que le llevaba a Roma, Francisco se atrevió a hablar de temas que, por unas o por otras causas, sus antecesores habían evitado
  • Habló sobre los homosexuales o la mujer, pero no sobre el aborto.
  • ¿En qué se parece o diferencia de sus predecesores?
El papa Francisco (dcha) escucha la pregunta de uno de los periodistas durante una rueda de prensa dada a bordo del avión que le traslada a Italia tras abandonar Río de Janeiro (Brasil).
El papa Francisco (dcha) escucha la pregunta de uno de los periodistas durante una rueda de prensa dada a bordo del avión que le traslada a Italia tras abandonar Río de Janeiro (Brasil).
EFE
El papa Francisco (dcha) escucha la pregunta de uno de los periodistas durante una rueda de prensa dada a bordo del avión que le traslada a Italia tras abandonar Río de Janeiro (Brasil).

No podía ser en un lugar más apropiado que... en el cielo. Ahí, a muchos miles de altura y en un avión, el papa Francisco concedió una entrevista a algunos de los periodistas que le han seguido estos días durante la Jornada Mundial de la Juventud.

Quizá por transcurrir en las alturas, la charla dio mucho de sí. El argentino reconoció, por ejemplo, sentirse "enjaulado" en el Vaticano, obligado a todas las responsabilidades que su cargo exige y, por eso mismo, mucho más alejado de la calle y de la vida normal. Hasta confesó haber tenido un problema de salud; una ciática, debido a la mala postura. Para él, "lo peor" de esta etapa como sumo pontífice de la Iglesia.

Pero hubo algo más. En el avión, Francisco también se atrevió a hablar de temas que, por unas o por otras causas, sus antecesores habían evitado o, simplemente, habían visto de manera totalmente diferente. Estas son algunas de las 'perlas' de la charla del Papa, en el avión que le llevó de Rio de Janeiro a Roma.

La mujer

Un mayor papel: eso es lo que, según Francisco, merece la mujer en la Iglesia actual. Francisco, eso sí, rechaza la posibilidad de que puedan acceder al sacerdocio: "Esa puerta está cerrada", afirmó. Nada nuevo en ese sentido, desde luego: Juan Pablo II, sin ir más lejos, también dijo "no" en una formulación definitiva.

Sin embargo, el papa Francisco se mostró algo más comprensivo al añadir que "el papel de la mujer en la iglesia no es sólo la maternidad, ser madre de familia. Es más fuerte, es el icono de la Virgen, la que ayuda a crecer a la Iglesia", dijo. Y para demostrarlo, un ejemplo: "La Virgen María era más importante que los obispos y curas".

La homosexualidad, la persona y el "lobby"

Fue una de las puntas de lanza contra el nuevo pontífice cuando fue nombrado, el pasado 13 de marzo: sus pretéritos ataques a los homosexuales. En este sentido, Jorge Bergoglio (su nombre "civil") era mucho más duro que Francisco: siendo obispo de Buenos Aires, llegó a escribir al gobierno argentino para oponerse a su tramitación del matrimonio homosexual al definirlo "no como una simple lucha política, sino como la pretensión destructiva al plan de Dios".

Para Bergoglio, la homosexualidad "era un instrumento del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios". Francisco, sin embargo (al menos en el celestial vuelo Rio-Roma), es más comprensivo: "Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad", afirmó, "quién soy yo para juzgarla. El Catecismo de la Iglesia Católica explica y dice que no se deben marginar a esas personas y que deben ser integradas en la sociedad", afirmó.

Su antecesor, Benedicto XVI, fue criticado por su nula empatía hacia los homosexuales."Se oponen al bien común", decía sobre el matrimonio homosexual. "El único matrimonio respetable es el indisolubre entre un hombre y una mujer", completó. Y algo más: bendijo a la presidenta del Parlamento de Uganda, Rebecca Kadaga, cuando defendió endurecer el tratamiento penal a la homosexualidad en su país e, incluso, castigarla con la pena de muerte.

Francisco no ha ido todavía tan lejos, pero sí reconoció ante los periodistas su oposición a los "lobbies homosexuales". Con las personas no hay problema, porque "debemos ser más hermanos. El peligro es hacer el lobby de esa tendencia", completó.

Del aborto, ni hablar

Fue en España: Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, opinó sobre el aborto. "Se creen dioses", dijo el pontífice, sobre quienes "se creen capaces y quieren decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado por otras preferencias". Para el alemán, no había dudas: el aborto es "la injusticia más grave. Suprime la vida humana naciente".

Antes, Juan Pablo II también lo había dejado claro. En su Evangelio de la Vida, el polaco escribía "la vida humana es sagrada e inviolable". Entre otras, comporta "la acción creadora de Dios" y "permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin".

En el avión a Roma, Francisco no quiso entrar en detalles. Con el aborto pasó lo mismo que con el matrimonio homosexual: "La Iglesia ya se ha expresado, y no es necesario volver a hacerlo", afirmó. Tampoco quiso hablar sobre estos dos temas durante la reciente Jornada Mundial de la Juventud.

La 'plata'... Y el "Banco de Dios"

Sus admiradores insisten, desde el primer día, en que Francisco será el papa de los humildes, y no se plegará a los intereses de los poderosos. De momento, el pontífice ha puesto en marcha una presunta apertura de puertas en lo económico. Para él, lo más importante a la hora de hablar de dinero (o "de plata", como dirían sus compatriotas) es "la transparencia y la honradez".

Así se lo dijo a los periodistas en el avión que despegó en Rio, y antes ya puso en marcha una reforma del Instituto para las Obras de Religión, el banco del Vaticano, sujeto a varios escándalos en los últimos años. Francisco dice que, al emprender estos cambios, no ha hallado "resistencia". Eso sí, tampoco entró en detalles: "Hay quien dice que habría que convertirlo en un banco, otros en un fondo de ayudas y otros, directamente, que lo mejor es cerrarlo. No lo sé, me fio del trabajo de los que están trabajando en el tema".

El tema no es baladí. Es más: se especuló mucho con que fue, precisamente, el detonante en la "dimisión" de Ratzinger hace menos de un año. Se habló de dinero negro, de documentos extraviados, y de sospechosas relaciones y favores a intermediarios, políticos, empresarios o gobiernos. Hasta hubo detenciones: el ayudante de cámara de Benedicto XVI, Paolo Gabriele, fue condenado a tres años de cárcel en lo que algunos llamaron "el caso Vatileaks". Francisco, de momento, opta por hablar de todo lo contrario: luz, transparencia y, por lo que denotan sus palabras, un poco de limpieza en la trastienda.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento