Los chinos quieren acabar con los 'chengguan', la violenta policía local

Imagen de un policía chino.
Imagen de un policía chino.
EFE
Imagen de un policía chino.

La policía local china, los temidos "chengguan", son desde hace años el cuerpo más denostado y temido por los ciudadanos del país asiático, que piden su eliminación o al menos su regulación, como ha podido comprobarse tras dos casos recientes de violentas agresiones por parte de estos efectivos.

Son en apariencia el cuerpo de policía −y en China hay decenas de ellos− con la tarea más sencilla, encargarse de pequeños delitos y misiones de rutina, tales como controlar a los vendedores ambulantes, velar por que las calles estén limpias o lidiar en pequeños litigios.

Sin embargo, esta institución surgida a mediados de los 90 para descargar de trabajo a los cuerpos nacionales de policía ha acabado convirtiéndose en la más odiada por la ciudadanía china, hasta el punto que en el lenguaje coloquial "ser un chengguan" es un insulto equivalente a ejercer de matón.

Dependientes de las administraciones locales, y no del Ministerio de Seguridad Pública como otras policías, estos 'chengguan', no siempre uniformados, no tienen capacidad para detener ni multar, y su arma más frecuente es la agresión violenta, la mayoría de las veces contra su gran "objetivo", los vendedores ambulantes ilegales.

Dos casos de violencia

El pasado 17 de julio, la muerte de uno de ellos en la provincia central de Hunan, un comerciante callejero de sandías que fue golpeado hasta morir por los chengguan, fue ampliamente condenada por la opinión pública y ha recordado una vez más la brutalidad de este cuerpo.

Deng Zhengjia, de 60 años, murió golpeado con las pesas que usaba en su báscula, pese a que había seguido las órdenes de estos policías y había trasladado su puesto a un mercado local, en una discusión en la que su esposa también fue agredida.

Un día después, otro vendedor en Harbin, ciudad del noreste del país, era golpeado en la cabeza con ladrillos por otros chengguan −que normalmente patrullan desarmados−, y después se negaron a llevarlo a un hospital para que fuera atendido.

Los dos incidentes son sólo ejemplos de una larguísima lista, y organizaciones de derechos humanos que han estudiado este controvertido cuerpo, como Human Rights Watch (HRW), documentan hasta 150 agresiones similares entre 2010 y 2012, entre ellos el asesinato a un vendedor inválido o una paliza a una mujer embarazada que le provocó un aborto.

Ello explica por qué el pasado 20 de julio, cuando otra víctima de los chengguan −un ex taxista que en 2005 quedó inválido por una de esas palizas− hizo estallar una bomba en el Aeropuerto de Pekín, el suceso no fue unánimemente condenado, y hubo comentarios en redes sociales o incluso artículos periodísticos que mostraron cierta comprensión hacia él.

"Se han ganado una reputación de brutalidad e impunidad, lo que ha motivado que la gente les identifique con la fuerza física, las detenciones ilegales y los robos", señalaba el pasado año la directora de HRW en China, Sophie Richardson, cuando la organización presentó su informe sobre este cuerpo policial.

También hay quien los considera vinculados a las mafias locales, o sospecha que practican la extorsión, y muchos gobiernos locales acuden a ellos para hacer el "trabajo sucio" en el que policía o ejército prefieren no participar, por temor a las críticas de violaciones de los derechos humanos.

En enero de 2008, fue muy condenado el asesinato, a manos de estos chengguan, del empresario Wei Wenhua, quien intentaba filmar con una cámara de vídeo cómo estos efectivos trataban a unos manifestantes que protestaban por la apertura de un vertedero en su vecindario.

Falta de regulación

El problema de este cuerpo, cuya denominación oficial podría traducirse como "administradores de la ley de gestión urbana", es según los observadores su falta de regulación, quizá por su reciente formación, hace apenas 15 años.

Cualquiera puede acceder a él, lo cual causa que muchos de sus miembros sean personas sin formación y en ocasiones salidas de entornos violentos, carentes de todo tacto para resolver los nuevos conflictos que han nacido en ciudades modernas donde conviven la extrema riqueza con millones de inmigrantes rurales pobres.

"Es necesario que cambien", señalaba recientemente el experto en desarrollo urbano Huang Shiding, quien destacaba que el Gobierno "debe introducir una legislación nacional que regule su comportamiento".

La violencia de los "chengguan" además se ha hecho más conocida en China gracias al rápido desarrollo de las redes sociales, donde una agresión filmada en vídeo puede circular por blogs y microblogs en cuestión de minutos, por lo que la ciudadanía china se ha mostrado cada vez más unánime: los policías locales deben dejar de comportarse como matones.

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