'Vernáculo', una colección que revela el halo de misterio de las fotos antiguas y anónimas

  • Una exposición reúne instantáneas "poco comunes, inusuales y perturbadoras" del amplio archivo que el galerista Stephen Cohen amplía desde hace 40 años.
  • Las fotos, sin autor y muchas veces sin fecha, van de lo familiar a lo profesional. Hay reuniones de amigos, familias, escenas de crímenes, bodegones...
  • El coleccionista explica el creciente interés por estos testimonios por su aura de misterio y recuerda que las copias físicas pronto serán algo exclusivo del pasado.
Secuencia de fotos anónimas de la colección que Stephen Cohen amplía desde hace 40 años
Secuencia de fotos anónimas de la colección que Stephen Cohen amplía desde hace 40 años
Stephen Cohen - Cohen Gallery
Secuencia de fotos anónimas de la colección que Stephen Cohen amplía desde hace 40 años

Una mujer en la peluquería, dos amigos disfrazados, escenas de crímenes, bodegones de objetos para un catálogo, tres hombres probablemente borrachos y en una comisaría, una familia de acampada. Cada foto anónima es una microhistoria del pasado, un instante mudo que proporciona una información limitada que deja al espectador con ganas de más.

La Cohen Gallery de Los Ángeles (EE UU) exhibe hasta el 7 de septiembre Ver·nac·u·lar (Ver·nác·u·lo) una amplia serie de fotografías sin autor, imágenes perdidas en el tiempo y reunidas por Stephen Cohen —dueño de la sala de exposiciones— a lo largo de 40 años.

El galerista comparte con el público el tesoro visual de instantáneas en una selección de las más "poco comunes, únicas, inusuales y perturbadoras" y destaca el valor artístico de los testimonios (de todas las épocas, humildes y sin pretensiones) que a pesar de no haber sido "creados para ser arte", sin embargo "se han convertido en arte a través de la mirada del comisario de exposiciones".

De la foto tonta a la truculencia forense

Comenzó con la colección sin pretenderlo, en los años setenta. Compraba y vendía libros de fotografía, iba a pequeñas ferias a adquirir libros e impresiones, fotos y láminas. En Nueva York, era un habitual de los rastros que los fines de semana se celebraban en la Sexta Avenida. Había muchos vendedores que ofrecían "fotografía vernácula" y poco a poco las instantáneas fueron cayendo en manos de Cohen convirtiéndose en un modesto archivo que no dejó de aumentar.

"Es la historia y el misterio de las fotos lo que captura la atención y la imaginación de la gente", dice con respecto a la creciente moda de adquirir este tipo de imágenes perdidas en un tiempo pasado e indeterminado. "Ya sea una imagen tonta, de truculencia forense, científica, médica o militar hay algo en el paso del tiempo que les da caché, una pátina de estética y emoción que tiene el poder de despertar nuestro interés".

"¿Por qué alguien haría estas fotos?"

Cohen resalta además el interés por las copias físicas, con revelados y papel de calidad, que se hacían en el pasado, testimonios ahora en peligro de extinción: "Hay miles de millones de imágenes en Internet, Instagram, Twitter... Con pocas excepciones, nunca serán impresas ni colocadas en álbumes familiares que luego terminan en ventas y tiendas de segunda mano".

Aunque muchas fotos de las que figuran en la exposición son grandes favoritas (como la del niño posando con seriedad aristocrática desde lo alto de un vagón de tren) algunas de las más preciadas han quedado fuera, aguardando una futura segunda parte de la muestra.

Entre las adquisiciones recientes, Cohen destaca con orgullo una serie de capturas que muestran brazos extendidos saliendo de la ventanilla de un coche para pagar un peaje, encontrándose con la mano del cobrador y estableciendo un contacto casual que (fuera de contexto) recubre las escenas de cierta poética. "¿Por qué alguien haría estas fotos? No lo sé, pero le agradezco que lo haya hecho".

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