Entre 1946 y 1955, cuando el Reino Unido vivía social y económicamente resentido tras el final de la II Guerra Mundial, los artistas plásticos del país encontraron un inesperado aliado en el imperio J. Lyons & Company, dedicado a la comida preparada y el catering que también gestionaba hoteles, restaurantes y una cadena de 200 salones de té. La empresa encargó litografías a una treintena de artistas para decorar las teterías.
Fue una labor de mecenazgo que ayudó a los creadores en un momento especialmente duro para el mercado del arte, una operación publicitaria para presentarse ante el público como patrocinadores de la creación y partidarios del optimismo como actitud necesaria para superar los traumas bélicos y también una decisión acertada desde un punto de vista meramente plástico. La colección de las obras, que se exponen ahora por primera vez en un museo, es un compendio del arte más brillante del Reino Unido en la década posterior a la gran guerra.
Una institución de la vida social
La exposición The Lyons Teashops Lithographs: Art in a time of Austerity (Las litografías de las teterías Lyons: arte en momentos de austeridad), abierta hasta el 22 de septiembre en el museo Towner de arte moderno, en la localidad de Eastbourne, al sudeste de Inglaterra, reúne la colección y la muestra en su integridad, junto con bocetos y dibujos de trabajo de los artistas, entre los cuales están los más importantes del país durante la postguerra, entre otros Edward Bawden, John Piper, John Minton, John Nash y L. S. Lowry, cuyo trabajo llegó en ocasiones al público por primera vez gracias a los salones de té de Lyons, una institución para las reuniones y la vida social del Reino Unido desde principios del siglo XX.
La muestra del Towner agrupa las tres series de litografías que fueron encargadas por la empresa. Algunos artistas entregaron óleos, acuarelas o dibujos a lápiz y tinta, que luego fueron litrografiados en formato lo suficientemente grande y en tiradas masivas para ser repartidos por los 200 establecimientos. La firma no demandó ningún tema particular y eligió a los creadores con una probidad asombrosa: hay desde jóvenes emergentes que acababan de terminar los estudios hasta figuras consagradas.
Inglés vernáculo
El temario podría definirse como inglés vernáculo, con escenas domésticas, paisajes costeros, momentos de ocio como los juegos de billar y críquet o los combates de boxeo y representaciones más urbanas de estaciones de tren, tiendas de comestibles y vestíbulos de comercios. Algunas de las obras trascendieron el mero papel decorativo y se convirtieron en éxitos de ventas.
El museo destaca que la iniciativa logró construir un "legado clave", estableció un ejemplo de bienintencionada campaña de patrocinio y mostró la forma en que el país "podía prosperar durante los años de austeridad". El último salón de té de Lyons, una empresa que también fue pionera en la introducción de la gestión comercial con ordenadores, cerró sus puertas en 1981.
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