Un déficit de yodo en el embarazo disminuye la inteligencia del niño

  • Niños nacidos de madres con deficiencia de yodo durante la gestación tenían con 8 años un coeficiente intelectual tres puntos inferior.
  • Es esencial para el crecimiento, el desarrollo cerebral y las hormonas tiroideas.
  • Recomiendan una ingesta natural de yodo: pescado, marisco y productos lácteos.
Imagen de una embarazada.
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Imagen de una embarazada.

La falta de yodo durante el embarazo tiene efectos perjudiciales en el desarrollo de la inteligencia del niño. Los niños nacidos de madres que presentaron deficiencia de yodo durante la gestación mostraron, a los ocho años de edad, un coeficiente intelectual tres puntos inferior que los demás, así como peor habilidad para la lectura a los nueve años.

A esa conclusión ha llegado un equipo internacional de científicos, pertenecientes al proyecto europeo 'Nutrimenthe', que coordina la profesora de la Universidad de Granada (UGR) Cristina Campoy Folgoso. Los resultados de esta investigación los publica la revista The Lancet.

El yodo es esencial para el crecimiento, el desarrollo cerebral, la síntesis de hormonas tiroideas y la regulación de numerosos procesos metabólicos en el organismo. Así, la deficiencia de yodo determina alteraciones del desarrollo cognitivo. Según los científicos, un correcto estado nutricional en yodo resulta especialmente relevante durante la gestación y los primeros años de vida para el desarrollo del cerebro del bebé.

Estos resultados han surgido tras un reciente análisis del estudio Alspac. En ese estudio, los científicos reclutaron en Reino Unido más de 10.000 mujeres embarazadas, a quienes se tomaron muestras de orina y se analizaron sus concentraciones de yodo. Posteriormente, mediante pruebas de neurodesarrollo y la evaluación de diferentes habilidades cognitivas a los ocho y nueve años de edad, investigaron la relación de estos niveles de yodo y el desarrollo cognitivo de sus hijos.

Yodo en la dieta, también en Europa

Tras el análisis de los resultados, los científicos descubrieron que a los 8 años de edad hay tres puntos de diferencia en el coeficiente intelectual de los niños nacidos de madres con bajas concentraciones de yodo en los primeros meses del embarazo, frente a aquellos nacidos de madres que tenían niveles de yodo por encima del límite mínimo.

Ante estos resultados, los expertos recomiendan una ingesta suficiente de yodo en las mujeres embarazadas, procurando obtenerlo a partir de alimentos naturales, principalmente del pescado, marisco y productos lácteos. Se desaconseja el consumo de algas o suplementos que las contengan, pues podría provocar problemas tiroideos por exceso de ingesta de este mineral.

Éstas y otras recomendaciones han sido publicadas a través de la British Dietetic Association, donde los autores aconsejan una ingesta diaria de yodo durante la gestación y la lactancia de 250 microgramos/día, mientras que para el resto de adultos bastaría con 150 microgramos/día.

El déficit de yodo en la población no es un problema únicamente de países en vías de desarrollo, pues informes recientes revelan índices bajos de yodo en países industrializados. En el Reino Unido se ha detectado que la deficiencia de yodo es muy común: afecta a dos tercios de las mujeres, especialmente a aquellas en edad fértil. Otros países, como Holanda, España o Dinamarca, hace tiempo que adoptaron medidas de prevención como la suplementación de la sal común con yodo para asegurar un mayor aporte de este mineral a través de la alimentación.

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