La mejor pintora inglesa del impresionismo por fin es digna de una gran exposición

  • Una muestra reúne en Londres una colección de retratos realizados por Laura Knight (1877-1970), figura clave del impresionismo británico.
  • La autora inició con sus obras la transición de la pintura victoriana a la moderna.
  • Entre la selección de cuadros hay un innovador autorretrato, del que este año se cumple el centenario de su creación.
La bailarina rusa Lubov Tchernicheva retratada por Knight en 1921
La bailarina rusa Lubov Tchernicheva retratada por Knight en 1921
Private Collection - © Reproduced with permission of The Estate of Dame Laura Knight DBE RA, 2013
La bailarina rusa Lubov Tchernicheva retratada por Knight en 1921

La inglesa Laura Knight (1877-1970) inició con sus obras la transición de la tradición pictórica victoriana a la pintura moderna. Retrató —al principio con una visión idílica e impresionista y después con un estilo más fotográfico— la vida tranquila de la población pesquera de Newlyn (Cornualles), la rutina de los bailarines de ballet y los artistas de circo, a las mujeres trabajando en fábricas durante la II Guerra Mundial, a los gitanos en su eterna existencia nómada... Era una exploradora de mundos que se dejaba empapar por cada situación vital para transportarla al lienzo.

La National Portrait Gallery de Londres inaugura el 11 de julio la primera gran exposición de retratos realizados por la autora inglesa: una figura clave de la pintura británica del siglo XX y del impresionismo inglés y sin embargo olvidada o minimizada entre los grandes nombres habituales de las antologías de la historia del arte.

La exposición (que se puede visitar hasta el 13 de octubre) reúne una excepcional colección de retratos por encargo y también de personajes en contextos y momentos históricos muy específicos, como el circo o la vida en el Reino Unido durante la II Guerra Mundial. Entre el conjunto de piezas que repasan la carrera de la autora está también su innovador autorretrato, del que se celebra este año el centenario de su creación.

Autorretrato pintando un desnudo

En la obra se representa de espaldas y con el cuello doblado de tal manera que sólo se aprecia el perfil del rostro: la pintora da una importancia secundaria a su figura y se muestra en el proceso de retratar sobre el lienzo la anatomía de una modelo desnuda. El novedoso punto de vista permite al espectador observar también el lienzo con la  pintura inacabada. El cuadro reafirma el estatus de Knight como artista por derecho propio y es una respuesta a la prohibición de pintar desnudos del natural que sufrió durante sus años de estudiante por ser mujer.

De soltera Laura Johnson, criada en una familia con constantes problemas económicos y trabajadora desde la adolescencia, entró con 13 años a la Escuela de Arte de Nottingham y fue la alumna más joven de la historia en ingresar en la institución.

Abrirse camino como pintora no fue fácil y sin duda casarse con el también pintor Harold Knight fue necesario para que se la contemplara como algo más que una aficionada. El matrimonio se mudó a la comunidad artística de Newlyn (Cornualles) en 1903 y su nuevo hogar —que inspiró algunas de sus mejores obras— propició que cada vez se la tuviera más en cuenta por su talento que por su sexo.

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