Quiero vender ya mi casa

Hacer que la vivienda sea lo más atractiva posible y darle la máxima publicidad harán que el tiempo de venta se reduzca.
Comprar una vivienda es para muchos una misión casi imposible (Esteban).
Comprar una vivienda es para muchos una misión casi imposible (Esteban).
Comprar una vivienda es para muchos una misión casi imposible (Esteban).
Comprar una vivienda es para muchos una misión casi imposible. Pero a veces venderla tampoco resulta fácil, sobre todo si el propietario se resiste a bajar el precio o si tiene cierta urgencia en realizar la operación. El tiempo desde que un piso sale al mercado hasta que es adquirido supera ya los dos años de media, cuatro veces más que a principios de 2005. Sin embargo, unas sencillas medidas pueden ayudar a reducir sensiblemente este periodo.

El objetivo es lograr que la vivienda resulte lo más atractiva posible a los potenciales compradores. Se debe empezar con una inspección completa de la casa, que suele revelar imperfecciones que podrían obstaculizar la venta. Además de repararlas, se pueden hacer pequeños trabajos estéticos. En muchos casos, pintar puertas y paredes o instalar una tarima suponen una gran diferencia. No merece la pena meterse en obras mayores, que abordarán los nuevos propietarios según sus necesidades.

Una vez lista para la venta, es hora de darle publicidad. Lo mejor es actuar en todos los frentes: letreros visibles desde la calle, carteles distribuidos por el barrio, anuncios por palabras e Internet son los más utilizados.

Por último, es importante cuidar mucho las visitas de posibles compradores. Si todavía se está viviendo en la casa, hay que tener cuidado con el orden y la limpieza. Conviene retirar todos los muebles innecesarios para dar una mayor sensación de amplitud. Si está vacía, no puede haber cables fuera de su sitio o restos de la mudanza. También es importante cuidar del olor.

Si después de estas medidas, la venta se sigue demorando, es muy probable que el precio esté por encima del mercado y haya que bajarlo.

Agencias, ¿sí o no?

Una de las maneras más eficaces de agilizar el proceso de venta de una vivienda es dejarlo en manos de una o varias agencias inmobiliarias. Además de tiempo, ganaremos en tranquilidad, ya que también ofrecen un servicio de asesoramiento sobre la marcha del mercado y cuestiones jurídicas. Claro que todo tiene un precio. Recurrir a ellas implica aceptar la entrega de un 5% de comisión en caso de que sean ellos quienes consigan un comprador para la casa.

El precio justo

Más allá de nuestra capacidad como agentes inmobiliarios o de la presentación de la vivienda, el precio final sigue siendo la pieza clave que determinará su tiempo de venta. Para fijarlo, lo más fiable es acudir a una agencia de tasación. Muchas ofrecen ya valores aproximados introduciendo los datos básicos de la casa a través de Internet.

También se puede acudir a una agencia inmobiliaria que, tras una visita, podrá dar un valor aproximado sin compromiso alguno por parte del propietario. Otra manera de conocer si el precio se ajusta a mercado es compararlo con el de viviendas de características similares; eso sí, siempre que se hayan vendido, ya que si no se corre el riesgo de poner un precio demasiado alto.

Los factores que influyen en el valor de un inmueble son su superficie total, su ubicación, su estado, su antigüedad, características como la altura o la orientación y los equipamientos del edificio (plaza de garaje, piscina), así como los servicios con los que cuenta el barrio (colegios, transportes, centros comerciales, etc.).

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