Los 'indignados' turcos ni se asustan ni se fían de Erdogan

  • Han reaccionado con escepticismo, casi con indiferencia, al doble mensaje de concordia y amenaza enviado por el Gobierno turco en apenas 24 horas.
  • Ultimátum de Erdogan a los manifestantes: "Abandonad ese lugar".
  • Los manifestantes se reunen este jueves con el primer ministro turco.
  • Ankara y la Unión Europea se enfrascan en un cruce de declaraciones.
Una activista turca entre las tiendas de campaña instaladas en el parque Gezi, situado junto a la plaza Taksim, en Estambul.
Una activista turca entre las tiendas de campaña instaladas en el parque Gezi, situado junto a la plaza Taksim, en Estambul.
EFE
Una activista turca entre las tiendas de campaña instaladas en el parque Gezi, situado junto a la plaza Taksim, en Estambul.

Ni asustados ni crédulos. Los acampados en el parque Gezi de Estambul han reaccionado con escepticismo, casi con indiferencia, al doble mensaje de concordia y amenaza enviado por el Gobierno turco en apenas 24 horas para tratar de calmar las protestas que duran ya dos semanas.

Si por la mañana el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan hacía una "última advertencia" a los manifestantes para que abandonen el parque Gezi de Estambul tras advertir de que se le agota la paciencia, por la tarde se anunció una inesperada reunión con representantes del movimiento de protesta.

Este aparente intento de abrir un diálogo supone una nueva evolución en los acontecimientos, después de días de discursos de mano dura por parte del Gobierno.

Pese a todo, la red Solidaridad con Taksim (Taksim Dayanisma), que representa a los ciudadanos acampados, se ha reunido con Erdogan en Ankara. "En lo que es un giro inesperado, nosotros, como representantes de Solidaridad con Taksim, iremos a la residencia del primer ministro a Ankara, junto con intelectuales y artistas", anunciaba con un mensaje en Twitter difundido en turco e inglés.

"Es que no podemos creer lo que dice", cuenta Jasemin en un claro español al referirse a la oferta lanzada el miércoles por el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, de que la reurbanización o no de esa zona verde se decida en referéndum.

Esta propuesta fue el primer amago de negociación ofrecido por el primer ministro tras semanas de insultos y descalificaciones contra los manifestantes, entre los que asegura hay "terroristas" y a los que ha tachado, en general, de saqueadores.

La idea es rechazada por los ocupantes de Gezi por dos motivos: no se creen que sea sincera ni que vaya a ser una consulta limpia. "Es muy fácil que lo manipulen", advierte Jasemin. Con ella está de acuerdo Gülüzar, una educadora social que lleva desde el inicio de las protestas acampada en Gezi. "Si hace el referéndum, va a comprar los votos, va a haber corrupción", acusa.

Al ser preguntada por el hecho de que Erdogan tiene un gran respaldo popular, ganó las elecciones de 2011 con mayoría absoluta, Gülüzar afirma que muchos de quienes están ahora en Gezi son antiguos votantes del primer ministro desencantados con su gestión. "Una cosa tenemos que agradecerle: Nos ha unido a todos", dice.

Tras el acoso policial sufrido en la noche del martes, Taksim y el parque Gezi mantenían este jueves una calma tensa, a la espera del desarrollo de los acontecimientos. Los puestos de reparto de comida y ropa, las reuniones, los bailes y los cánticos marcaban el ambiente de lo que se ha convertido ya en una especie de comunidad autogestionada.

La Policía seguía presente en la plaza, en la que irrumpió el martes de madrugada tras diez días de ausencia. Sin embargo, el gobernador de Estambul, Hüseyin Avni Mutlu, anunció que no estaba previsto ordenar un desalojo forzoso del parque en la noche del jueves.

Condena de la UE

Pero si en la dimensión nacional la tensión sigue en el aire, en la internacional, Ankara y la Unión Europea se enfrascaron en un cruce de duras declaraciones.

El Parlamento Europeo aprobó una resolución deplorando la "falta de voluntad" del primer ministro turco para conseguir la reconciliación en su país y denunció que así no contribuye sino "a una mayor polarización".

Erdogan reaccionó negando autoridad a la UE para cuestionar asuntos internos de su país y recordó que en Estados miembros de la Unión Europea también se han producido duras intervenciones policiales.

"¿Cómo podéis tomar una decisión sobre mí? ¿Cómo os atrevéis a hacer eso? Deberíamos primer analizar los incidentes y luego hablar", retó Erdogan.

"Mis hijos están aquí"

Respecto a cuánto aguantará la protesta, confía en que mientras haya presencia de la prensa internacional el Gobierno no se atreverá a usar una violencia desmesurada. Jemay, que estudia planificación urbanística, afirma que no tiene miedo a los ultimátum del primer ministro, quien dijo que en 24 horas estaría resuelto el tema de las protestas y que hoy lanzó un "último aviso" para que se desaloje el parque. "No nos importa lo que diga. No creo que pueda hacer más de lo que ya ha hecho", indica en referencia a los gases lacrimógenos, las balas de goma y los cañones de agua que la Policía ha usado ampliamente.

Pese a los miedos de su madre, que le ha retirado la palabra por su decisión de seguir en el parque, ella se quedará en Gezi. "Mi madre sabe que lo que hago es correcto, pero tiene miedo por mí", asegura al ser preguntada sobre el llamamiento de Erdogan a los padres a que "se ocupen de sus hijos" y los saquen del parque. "Mis hijos están aquí", afirma orgullosa una madre que se pasea entre la multitud que puebla esta miniciudad en la que se ha convertido Gezi. Además, rechaza las acusaciones de Erdogan de que entre quienes defienden Gezi como espacio verde y de encuentro se infiltran "terroristas".

Así las cosas, mientras llega o no una nueva intervención policial, hay quien se lo toma con humor y asegura que ya se han acostumbrado al gas pimienta. Y hay quien se lo toma como desafío e, incluso, desea que Erdogan ordené expulsar a los acampados por la fuerza. "Espero que lo haga. Sería un error de su parte. Más gente se uniría a la protesta", prevé Hayrullah, quien muestra en su costado la herida que le causó la bala de goma que recibió el martes, cuando los antidisturbios actuaron con contundencia.

De una forma o de otra, los indignados de Gezi mantienen el ánimo y siguen con su experimento de comunidad autogestionada, con sus servicios de reparto de comida y ropa e, incluso, una suerte de ambulatorio de campaña para atender a los heridos en los choques con la Policía.

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