Isabel García, 44 años, y Santiago del Valle, de 41, son minusválidos y sevillanos emigrados al norte. Hace menos de un mes regresaron a su tierra. Pero al llegar se toparon con la dura realidad. No tienen un lugar donde vivir.Sus ingresos son muy escasos: cobran una pensión de 200 euros. Los servicios sociales les remiten al albergue municipal. Pero allí no hay camas para los dos y no tienen posibilidad de pagar un alojamiento, según denuncian. La única salida que han encontrado: dormir en la calle bajo un trozo de tela.
Desde el sábado permanecen en una tienda de campaña instalada frente al supermercado Alcampo, en la Ronda Tamarguillo, soportando las bajas temperaturas de esta época del año. Por el frío, Isabel ha tenido incluso vómitos y fiebre. Su menú diario no pasa de agua y algún bocadillo porque el dinero «no nos da para más», comenta Isabel.
El miedo en el cuerpo
El matrimonio asegura que permanecerán en la tienda hasta que alguien les dé una solución. Pero a medida que se acerca la Navidad, sus ánimos se vienen abajo. Isabel se echa a llorar al oír hablar de ese día por las condiciones en las que viven y por el miedo a que alguien les pueda hacer algo.
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