La Viena más oscura: por las alcantarillas de 'El tercer hombre'

  • La capital austríaca ofrece un paseo por las mismas alcantarillas por las que Orson Welles huía en la película de Carol Reed.
  • La visita, de unos 45 minutos, recorre la parte que aparece al final del filme.
  • La ruta visita las calles que recorrió Joseph Cotten buscando al tercer hombre.
Un aspecto de la parte que se visita, con el rostro proyectado de Orson Welles.
Un aspecto de la parte que se visita, con el rostro proyectado de Orson Welles.
Gobierno Municipal de Viena/EFE
Un aspecto de la parte que se visita, con el rostro proyectado de Orson Welles.

El cine marcó el siglo XX. Hay ciudades que "conocemos" gracias a las películas, como si las hubiéramos visitado. El caso más evidente es Nueva York. Pero en menor medida el cine ha dejado su huella en muchas otras, y hoy esa huella puede interesar a los turistas. Es lo que le ocurre a Viena con El tercer hombre.

La capital austríaca ofrece ahora un paseo por su lado, literalmente, más profundo: las mismas alcantarillas por las que Orson Welles huía en esa película. Aunque una ruta por las cloacas no encaja en la idea que uno pueda tener a priori de conocer una ciudad, los amantes de la obra maestra de Carol Reed y quienes se interesen por la historia pueden descubrir que este sombrío y, por momentos, maloliente paseo merece la pena.

La visita, de unos 45 minutos, recorre unos cientos de metros de los 2.500 kilómetros del alcantarillado de la ciudad. La parte visitable es la que aparece al final de El tercer hombre, cuando el traficante de penicilina adulterada Harry Lime, encarnado por Welles, trata de huir de la policía. Las cloacas simbolizan la decadencia física y moral, de la ciudad tras la Segunda Guerra Mundial. "Harry Lime, que tiene a tanta gente en su conciencia, no puede caer más bajo que en las alcantarillas", cuenta Karin Höfler, responsable del museo dedicado a la película.

Graham Greene, autor del guión, insistió en visitar las alcantarillas nada más llegar a Viena a principios de 1948 para documentarse. Que el novelista inglés tuviera conocimiento de esa red de túneles transitables tiene una explicación, en la que, una vez más, la realidad supera a la ficción.

Como empleado del Servicio Secreto Británico, Greene trabajó a las órdenes de Kim Philby, un espía que en 1934 ayudó a militantes socialistas a esconderse y huir de los fascistas austríacos a través de las alcantarillas. Greene mantuvo una estrecha amistad con Philby incluso tras revelarse que éste fue un doble agente al servicio del KGB soviético, por lo que se fugó a Moscú en 1963. Aunque nunca indicó que la inspiración sobre las cloacas viniera de su amigo, Höfler asegura que hay un 99,9% de probabilidades de que fuera así.

Pero, si al guionista le fascinaron esos túneles y pasajes para ubicar parte de la historia, Welles detestó la idea. "Estaba indignado. Se quejaba de que hacía frío y había humedad, y que eso era malo para su voz y sus pulmones", explica Höfler, una guía turística experta en la Viena de la posguerra.

La leyenda cuenta incluso que el actor pidió que se perfumaran los lugares del rodaje, y se sabe que se sentía asqueado cuando veía que el equipo de la película, que pasó días rodando bajo tierra, se hacía traer la comida al lugar de trabajo. Su negativa llegó hasta el punto de tener que emplear a un doble en muchos de los planos en los que se ve a Lime de lejos o en los que no se muestra el rostro. El resto de las escenas en las que intervenía Welles tuvieron que filmarse en una reproducción de las alcantarillas construida en estudios en Londres.

La parte menos noble de Viena

La visita sirve también para descubrir la antigua capital imperial desde otra perspectiva. Viena fue una de las primeras grandes urbes en disponer de un sistema de desagües moderno, con una regulación de caudales para evitar que las aguas fecales contaminaran las fuentes. De hecho, fue la epidemia de cólera de 1838 la que llevó a ordenar la construcción de su sistema, que llegó a ser visitado por técnicos extranjeros para adaptarlo a sus capitales, cuenta Florian Illichmann-Rajchl, uno de los guías de esta visita.

Por motivos de seguridad y clima, el acceso de los turistas a las alcantarillas es sólo posible entre los meses de mayo y octubre. Unas 800 personas se atreven cada semana a recorrer los túneles, en cuyas paredes se proyectan vídeos sobre la historia del alcantarillado e incluso fragmentos de El tercer hombre.

El recorrido depara sorpresas como la del canal de aguas especialmente marrones que corre desde el distrito de Hernals y que, lejos de lo que pudiera pensarse, se debe a los restos de chocolate y de crema de avellanas de una cercana fábrica de dulces.

Además de la visita a las cloacas, el tour de El tercer hombre ofrece un recorrido más convencional por las calles que recorrió el actor Joseph Cotten en su búsqueda del misterioso tercer hombre. El museo, la tercera pata de este recorrido, ofrece más de 2.300 objetos originales, desde guiones, carteles, fotos y hasta la cítara con la que el austríaco Anton Karas interpretó el mítico tema musical del filme.

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