El Museo del Diseño de Londres convoca una votación sobre la regulación de las impresoras 3D

  • La consulta se celebrará coincidiendo con una conferencia TED y se podrá participar mediante las redes sociales.
  • Una impresora casera 3D construirá un objeto no revelado y el proceso sólo podrá ser interrumpido si ganan los partidarios de la regulación legal.
  • El museo quiere fomentar el debate sobre la manufactura casera de armas mediante planos distribuidos por Internet.
La impresora 3D MakerBot Replicator, que se vende en los EE UU por unos 2.000 dólares
La impresora 3D MakerBot Replicator, que se vende en los EE UU por unos 2.000 dólares
Design Museum London
La impresora 3D MakerBot Replicator, que se vende en los EE UU por unos 2.000 dólares

El Museo del Diseño de Londres quiere provocar el debate sobre el uso de las impresoras caseras de 3D para la fabricación de prototipos reales de objetos y su posible regulación al pairo de l0s casos de armas con capacidad letal como la montada en su casa hace semanas por un estudiante de 25 años —una pistola que dispara balas del calibre 380 y cuyos planos colgó en Internet—. Para promover la discusión sobre la necesidad de regular las novísimas y cada vez más sofisticadas máquinas de impresión, el museo ha organizado una votación interactiva.

El director del centro dedicado al diseño, Deyan Sudjic, participará el día 14 de junio en una sesión de conferencias de TEDx programada para discutir formas de representación y gobierno y plantear nuevos retos para el sistema democrático. Su aportación, según acaba de anunciar el Design Museum —fundado hace 22 años y el primero del mundo en dedicarse a exponer objetos fabricados en serie—, será plantear una simple pregunta: "¿Debe ser regulada la impresión casera en 3D?".

Frente a la abadía de Westminster

Mientras dure la sesión, que se celebrará en el Queen Elizabeth II Conference Centre de la capital del Reino Unido, justo enfrente de la Abadía de Westminster, una impresora 3D estará en funcionamiento fabricando un objeto no revelado. El museo instalará también un artilugio electrónico, llamado Swing Vote y diseñado por el estudio de tecnología de vanguardia Pan, basado en un gran péndulo que basculará según los votos afirmativos o negativos recibidos sobre la pregunta formulada por Sudjic.

Tras la votación, en la que podrá participar cualquier persona que tenga una cuenta de Twitter, enviando su opinión a @DesignMuseum con la etiqueta #futureishere, el péndulo permitirá que la impresora termine el prototipo —si ganan los votos contrarios o la regulación— o tocará un botón rojo que desencadenará un proceso que lo destruirá —si ganan los partidarios de poner coto legal a las máquinas caseras de impresión 3d—.

Sin fronteras entre diseñador y consumidor

La iniciativa del museo es también un inteligente modo de promover su próxima exposición, The Future Is Here (El futuro está aquí), del 24 de julio al 3 de noviembre, una muestra que explorará la "creciente desaparición" de las fronteras entre diseño, manufactura y consumo y los "cambios significativos en el proceso de fabricación de los objetos" que llegan de la mano, sobre todo, de los sistemas de impresión 3D. El museo entiende que estamos a las puertas de un cambio de paradigma "tan profundo como la Revolución Industrial".

"Los límites entre diseñador, fabricante y consumidor están desapareciendo por la acción de un creciente número de hacktivistas que comparten y bajan diseños digitales y los adaptan para nuevos usos (...) Por ejemplo, el libre acceso significa que es posible para cualquiera con una conexión a Internet bajar los planos digitales para hacer un arma en su casa", añaden.

Planos bajados 100.000 veces

La compañía Defense Distributed, creadora de la primera pistola fabricada con una impresora 3D, fue apercibida por el Gobierno de los EE UU para que retirara de sus servidores los archivos que permiten que cualquiera pueda reproducir el arma de fuego que fabricó el joven Cody Wilson, un licenciado en Derecho. Antes de la intervención gubernativa, las instrucciones para construir la pistola, habían sido subidas a portales que hacen dificíl el rastreo y bajadas unas 100.000 veces, sobre todo desde España y los EE UU.

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