Han pasado exactamente quince años desde que Sexo en Nueva York (Sex and the city, en su nombre original) se estrenó en televisión y casi diez desde que ofreció su último episodio. Y, sin embargo, la sola mención de la serie protagonizada por Sarah Jessica Parker sigue generando "una gran expectación", aseguran desde el canal Cosmopolitan, que a lo largo de su trayectoria la ha repuesto en repetidas ocasiones con "buenos resultados". Esta semana vuelve a hacerlo para celebrar su décimo quinto aniversario.
El alcance obtenido por una producción en la que algunos vieron una revolución del género de ficción está avalado por altas cuotas de pantalla, legiones de fans enamoradas de los tacones de Manolo Blahnik (los favoritos de la protagonista), rentables tours turísticos por el Manhattan del serial y una hilera de anglicismos –fashion victim, single...- que se adhirieron al lenguaje diario.
En cuanto a las claves de ese éxito, son diversas. El director de Programación de Cosmopolitan Televisión, Mikel Usoz, señala el humor y un elenco principal formado por cuatro mujeres muy diferentes entre sí pero complementarias: "Eso facilita que cada espectadora encuentre un rol para identificarse con él".
La sexóloga Lorena Berdún explicaba hace algo más de un lustro por qué el formato gustaba a hombres heterosexuales, homosexuales y mujeres: a los primeros, les permitía indagar en el universo femenino; los segundos quedaban prendidos de su "envoltorio fashion" y las terceras se sentían fascinadas por aquellas semejantes atrevidas que hablaban "de sus intimidades sin tapujos".
Otros muchos expertos, entre ellos Elina Tozzi, autora de una tesis sobre la serie para la Universidad de Estudios Televisivos de Amsterdam, destacaban que la serie había sido pionera en mostrar la visión femenina sobre el sexo, algo hasta entonces exclusivo de los hombres.
Para Tozzi había otro aspecto esencial que justificaba el triunfo de Sexo en Nueva York entre un segmento de las féminas: la reivindicación de las treintañeras —que en este caso son activas, atractivas, independientes, con buenos puestos de trabajo y alto poder adquisitivo— y la lucha contra los prejuicios que inspira la soltería. Y, como no, la moda y los estilismos ideados por Patricia Field, ese punto de frivolidad que convertía la serie en una gran apuesta del guilty pleasure (placer inconfensable), un género cuyo principal objetivo es el "entretenimiento del espectador, sin mayor trascendencia", resume Usoz.
¿Un ejemplo de postfeminismo?
A lo largo de su emisión, Sexo en Nueva York consiguió tantos admiradores como detractores. Entre los primeros, figuraban aquellos que quedaron embelesados por la modernidad y elegancia de aquellas mujeres que ejercían profesiones liberales y disfrutaban sin prejuicios del sexo. ¿Se trataba, quizá, de un feminismo de nueva ola? No para todo el mundo. Los vituperadores del formato criticaron el conservadurismo que encerraban las tramas disfrazado por un envoltorio seudoliberal. La actriz Cyntia Nixon, intérprete de la serie, se ha unido recientemente a este segundo grupo y tacha la serie de vacua y superficial.
Quiénes son sus protagonistas:
La huella de 'Sexo en Nueva York'
El influjo de Sexo en Nueva York se ha dejado notar en varias series televisivas posteriores. Estas son las principales:
- Las seis temporadas originales de la serie Sexo en Nueva York se emiten, de lunes a viernes, a las 19.15 horas, en el Canal Cosmopolitan. Además la misma cadena proyectará la primera película basada en la serie el próximo 27 de junio, alas 22.30 horas.
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