Fútbol contra la marginación

Jóvenes del Raval luchan contra el fracaso escolar a través del deporte. Voluntarios y entrenadores les ayudan.
Chicos del programa jugando en Can Ricart. (Eros Albarrán)
Chicos del programa jugando en Can Ricart. (Eros Albarrán)
Chicos del programa jugando en Can Ricart. (Eros Albarrán)
Rynat Vankov es un muchacho ucraniano de 16 años que cada miércoles acude, con su camiseta de Andrei Shevchenko, al Polideportivo de Can Ricart para jugar a fútbol sala.Él es uno de los 117 chavales que este año participan en las actividades deportivas organizadas por la Fundación Braval, una institución, comandada por Pep Masabeu, que lleva ocho años intentando integrar a los jóvenes del barrio del Raval, ya sean inmigrantes o no, a través de la práctica del deporte.

Pep explica que la idea principal es que «los equipos sean forzadamente multiétnicos», con chicos españoles y de cerca de 30 países: «Porque si hiciéramos los equipos por nacionalidades sería mantenerlos en una especie de gueto», explica.

Lo mismo piensa Alejandro García, ecuatoriano de 15 años y jugador de los juveniles de fútbol sala: «Está muy bien que nos reunamos chicos de todos los países. Hay muy buen ambiente». Es el deporte el gancho que utilizan para, además, controlar a estos chavales.

Rynat lo tiene claro: «Aunque ahora estoy en bachillerato y no lo llevo muy bien, prefiero que me controlen, porque si vas a tu bola es peor».

Y es que los niños, aparte de practicar su deporte favorito, tienen el «deber» de pasar algún día a la semana por el centro para estudiar y ser asesorados por alguno de los voluntarios, figuras que, junto con sus entrenadores, se convierten en un importante referente. Saben que si fallan en los estudios, o llegan impuntuales a los entrenamientos, el próximo partido lo verán desde el banquillo, y no hay nada que fastidie más a un adolescente loco por el deporte que ver a otro meter el gol o la canasta decisiva.

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