Payne regala a Cannes una pequeña joya en un maravilloso blanco y negro

  • El autor de 'Entre copas' apuesta por la austeridad y la dignidad.
  • Protagoniza Bruce Dern, acompañado en Cannes por su hija Laura.
  • "He trabajado con genios: Hitchcock, Coppola, Tarantino o Payne", dice el actor.
El cineasta Alexander Payne.
El cineasta Alexander Payne.
EFE
El cineasta Alexander Payne.

Alexander Payne llegó a Cannes con una pequeña joya bajo el brazo, Nebraska, un filme sencillo, rodado en un expresivo y maravilloso blanco y negro, que cuenta con unos estupendos actores para contar una historia humana y llena de ironía.

Recién salida de la sala de montaje -no estuvo acabada hasta el viernes- Nebraska es una película sobre la dignidad, sobre "el deseo de un hijo de dar dignidad a su padre", explicó Payne en una rueda de prensa.

Hay momentos en los que las personas mayores pierden esa dignidad "y es bonito que sus hijos quieran restaurarla", agregó Payne, rodeado de los protagonistas de la historia, un emotivo Bruce Dern, una divertida June Squibb o un desconocido Will Forte, un descubrimiento salido de la factoría Saturday Night Live.

Woody (Dern), un hombre mayor y con los problemas derivados del envejecimiento, está obsesionado con que ha ganado un millón de dólares en la lotería. Su hijo David (Forte) no quiere decepcionarle y decide acompañarlo desde Montana a Nebraska, una distancia de 1.450 kilómetros, que les servirá para reforzar su unión.

Payne decidió rodar la película en blanco y negro porque le parecía la elección adecuada para la historia. "Es así como veía la historia. Además siempre quise rodar en blanco y negro, es un formato extraordinario. En las mejores fotos siempre se usa el blanco y negro y esta historia se prestaba a blanco y negro, un estilo visual tan austero como lo es la vida de los personajes", precisó el realizador.

Una ausencia de color que se ajusta perfectamente a la historia y que permite apreciar mejor la desolación de los paisajes por los que se desarrolla ese viaje, mediante unos bellísimos y estáticos planos en los que tan solo el coche de la pareja rompe la soledad.

Y aunque es un filme que también puede responder a la actual situación de crisis, no era ese el objetivo del realizador. "La película está hecha en la época en la que está, pero el guión me llegó hace nueve años. Lo que me atrajo fue esa mirada melancólica, que también existe en la vida, y que es el estilo que me gusta. Puedo decir que lo hicimos a propósito como un filme de una época de depresión", pero no fue así, matizó Payne.

Antes de agregar con sarcasmo: "solo soy el director, es difícil para mí decir qué significa".

Puede, reconoció, que haya aspectos sociales que fluyen en medio de la historia, consciente o inconscientemente, pero se trata de una "combinación de cosas que está puestas ahí de forma intencionada y otras que fueron simplemente creadas por los dioses".

Una de las más intencionadas, la elección de Dern para interpretar al protagonista. Un personaje que el actor realizó sin cambiar una sola línea del guión que le dio Payne, y del que se mostró hoy muy satisfecho en Cannes, donde le acompañaba su hija Laura Dern.

"He trabajado para directores maravillosos y con seis genios: (Elia) Kazan, (Alfred) Hitchcock, (Francis Ford) Coppola, (Quentin) Tarantino, (Douglas) Trumbull y Payne".

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