Salvador Dalí: el delirio como arte llega al Museo Reina Sofía

  • El Museo Reina Sofía reúne la primera retrospectiva que de este artista se hace desde los años setenta.
  • El recorrido, cronológico, centrado en su pintura, es tan ambicioso que al terminar la muestra el espectador sale convencido de haber estado durmiendo con Dalí.
  • Se abre al público este viernes y cerrará el 2 de septiembre.
'El gran masturbador'
'El gran masturbador'
Dalí
'El gran masturbador'

Amante y defensor de todas las maneras posibles de libertad, Dalí usó la imaginación hasta un punto desbordante e imposible de no ser porque él lo tornó posible.

El artista que supo (seguramente fue el primero en hacerlo) convertir su propia persona en una obra de arte, en un personaje que ha llegado y ha superado su propia obra, está plenamente dibujado en el Museo Reina Sofía  en la exposición, Dalí. Todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas.

Merecido recorrido cronológico por prácticamente toda su obra pictórica (además de su cine, algunos documentos, imágenes, esculturas…), que es el centro que vertebra la muestra, previamente exhibida en el Pompidou, donde ha llegado casi a los 800.000 espectadores. Cifra no superada por las limitaciones de aforo, porque probablemente de no haberlo el número habría sido mayor. De hecho, así lo fue en el 79, cuando se realizó la última retrospectiva del escritor, inventor, artista, cineasta y legendario Dalí.

El filósofo Gómez de Liaño, que estuvo muy cerca del obsesivo y freudiano creador en sus últimos años de vida, ha destacado siempre de él su defensa del delirio como una arrolladora forma de arte. Un delirio que no ha sido posible llevar hasta la estructura de la muestra, ya que es absolutamente museográfica en salas bien diferenciadas.

Al margen del irremediable orden (el reina Sofía no permitía una delirante muestra en cuanto a organización), el resultado es el prometido. Apabulla Dalí, apabullan sus delirios, sus obras, sus autorretratos, su conocida Muchacha en la ventana, sus fotos con su hasta el final de sus días esposa y musa Gala, el retrato de su autoritario padre, la presencia constante de su hermana (la mujer de su vida hasta que llegó Gala…), La persistencia de la memoria (esa pequeña pintura que tantas retinas retienen)… Esta última era además una de sus preferidas. Pintada cuando sólo tenía 27 años, ponía de manifiesto su otro gran afán: la inmortalidad.

El delirante Dalí jamás supo separar donde estaba la frontera de la realidad. Tanto que hasta la muerte, una de sus grandes fuentes de inspiración por él mismo confesadas, junto al sexo, quiso que fuera artística. Realmente delirante. Delirantes sus cuadros y arrollador el paseo cronológico de la muestra, comisariada por Jean-Hubert Martin y en la que la colaboración del Pompidou, la Fundación Dalí y el Museo de San Petersburgo han sido cruciales para recoger tantas piezas.

El Dalí más esencial

Volver a él reflejando su visión absolutamente material del arte alejada de todo idealismo. Volver a él mostrando su manera de entender que las imágenes son síntomas de deseos y que no reflejan necesariamente realidades.

Volver a él exhibiendo su rechazo a la totalidad con obras en las que las relaciones humanas aparecen retratadas como canibalismo. Volver a él exponiendo la presencia de la teatralidad y la ciencia en sus creaciones.

Volver a él buscando todo esto y sin olvidar sus ideas, su escritura, su cine (que ocupa distintas salas). Así es esta vuelta que propone la completa muestra y de la que se sale casi delirando.

El escritor (Rostros ocultos), el cineasta, el inventor, el diseñador de joyas, muebles, escenografías, carteles, portadas…, el artista polivalente y psicoanalítico que siempre aseguró estar atormentado y casi loco por la muerte de ese hermano anterior (tal vez inventado…) ocupa once escenarios: desde sus iniciales autorretratos hasta su fascinación por la ciencia pasando por su época en la Residencia de Estudiantes, el Surrealismo, la guerra, su etapa en América (donde lo acogieron como a una gran estrella del rock) y sus escenografías.

Hay hueco para mucho Dalí en esta muestra, en la que su cine (Un perro andaluz, La mujer surrealista y Recuerda) tiene un lugar de honor: una sala para cada una de las proyecciones que realizó el que se definiera a sí mismo como "Máquina de pensar". Según Hitchcock, y por eso lo escogió para Recuerda: “El pintor de los sueños”.

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