¿Es usted un hipster? Si no ha oído antes este término, olvídese: una de las características de ese ejemplar atractivo, nacido en los barrios de Williamsburg y Lower East Side neoyorkinos, es su dominio de los anglicismos en cuanto se cuelan en las revistas de tendencias. Si, en cambio, la palabra le es familiar y, además, consume cultura alternativa, mira al mundo con ojos progresistas a través de unas gafas de pasta, sueña con fotografiarlo con una cámara Leika y ha cambiado su Vespa por una bici, la probabilidad de que sea uno de ellos es muy alta. Aunque lo niegue una y otra vez.
Todos los expertos coinciden en un aspecto: un hipster nunca se reconoce como tal. A partir de ahí, unos y otros difieren ligeramente a la hora de ofrecer una definición para un colectivo que surgió alrededor de 1999 y alcanza nuestros días. Así, mientras para el periodista Christian Lorentzen se trata de un "crisol mutante y transatlántico de estilos y comportamientos", para el sociólogo Mark Greif, autor de ¿Qué fue 'lo hipster'? (2011), constituye "un tipo de subcultura generada por el neoliberalismo". Según este escritor, el hipster es nihilista, individualista, consumista, naíf y proclive a combatir los problemas sociales con ironía más que con acción.
Pero, para la mayoría, el hipster es sobre todo un 'enterado' de las vanguardias del momento, aficionado a hojear la revista Vice, a descubrir nuevos grupos de música en Pitchfork y un habitual de los barrios antaño oscuros y hoy convertidos en cool como el Raval en Barcelona y Malasaña, en Madrid. Es decir, lo que hasta ahora se denominaba moderno, bohemio, indie o, en España, gafapasta, pero con matices: "En los últimos años este grupo ha desarrollado un interés por la naturaleza y la ecología, y ha adoptado una estética más austera". Al menos, en apariencia, reflexiona el sociólogo experto en tendencias Luis Tamayo, que subraya el interés de esta subcultura por las tiendas de ropa de segunda mano y los comercios con aire vintage, no siempre baratos. Se trata de un individuo "a medio camino entre el hippy y el moderno fashion", resume.
Alberto Ormeño, creador de la web Cultura Hipster, destaca otro aspecto a tener en cuenta del término hispter: la atracción que este posee en Internet para los usuarios y, por tanto, para los SEO (expertos en posicionar páginas web en Internet): "Cuando creé mi web busqué una palabra que englobara términos como subcultura, cool, música, alternativo... y resultó ser el mejor". Hoy en su web se puede encontrar información de grupos musicales como Wild Belle, arquitectura de diseño exclusivo pero low cost o veraneos por largas carreteras en Volkswagen 'Bully', las furgonetas hippies por excelencia. Porque lo hipster, desde su nombre, heredado de los años 40, tiene mucho de nostalgia y pasado.
Retrato robot de un hipster:
Cómo se peinan: Las chicas aman las melenas largas y despreocupadas. Los chicos, las barbas muy largas y el bigote.
Qué leen: Autores como Margaret Atwood (autora de Un día es un día), Paul Auster (cualquiera de sus obras), César Aira (Los fantasmas). Aunque despotrican de novelas como Cincuenta sombras de Grey, defienden con fervor los intercambios sexuales de Las amistades peligrosas de Pierre Choderlos de Laclos. Tampoco desdeñan a los microrrelatos (como los de Ana María Shua), los haikus y la literatura asiática.
Qué ven: El cine de Wes Anderson (imprescindible su último filme, Moonrise Kingdom), Spike Jonze (Donde viven los monstruos, Cómo ser John Malkovich), Paul Thomas Anderson (The Master, Magnolia) o Jean Pierre Jeunet, que en Amelie construye uno de los iconos femeninos hipster por antonomasia (el encarnado por Audrey Tautou). Junto a esta, despiertan interés las actrices Zooey Deschanel y Tora Birch. La televisión es poco popular en el sector: solo algunas series internacionales de culto se salvan.
Qué estudian y en qué trabajan: Bellas Artes, Filosofía, Historia del Arte, Arquitectura, Fotografía, Dj, Diseño, Música, Literatura... y cualquier carrera que termina por la palabra 'audiovisual'. De nivel adquisitivo medio, medio-alto, son grandes consumidores de música, cine, literatura y exposiciones y les gusta desarrollar trabajos y oficios relacionados con el mundo artístico y las letras. El mundo de los negocios, la contabilidad y la ingeniería, por ejemplo, no van con su talante.
Qué tienen prohibido: Todo lo que huela a mainstream (comercial). En resumen: la música que triunfa en las radiofórmulas (Pablo Alborán, Juan Magan, Melendi...), los bestsellers (Cincuenta sombras de Grey, El código da Vinci o Crepúsculo, si bien los vampiros, como el Drácula de Bram Stoker, son bien recibidos); los coches deportivos y hablar demasiado del trabajo, sobre todo si este implica un puesto rutinario en una oficina a jornada completa.
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