El papa: "La incoherencia del católico entre lo que dice y hace mina la credibilidad de la Iglesia"

  • Ha pronunciado estas palabras durante su homilía de la misa en su primera visita como pontífice a una de las basílicas de Roma, San Pablo Extramuros.
  • Destaca la importancia de predicar sobre todo "con la vida, con el testimonio".
  • "Hay santos del cada día, una especie de clase media de la santidad, de la que todos podemos formar parte", agregó el obispo de Roma.
El papa Francisco durante su primera homilía en la basílica de San Pablo Extramuros, en Roma.
El papa Francisco durante su primera homilía en la basílica de San Pablo Extramuros, en Roma.
EFE
El papa Francisco durante su primera homilía en la basílica de San Pablo Extramuros, en Roma.

El papa Francisco aseguró este domingo que "la incoherencia" tanto de los fieles católicos como de los "pastores" entre lo que dicen y lo que hacen en su vida "mina la credibilidad de la Iglesia".

El papa puso el punto de atención sobre el comportamiento de los católicos durante su homilía de la misa en su primera visita como pontífice y obispo de Roma a una de las basílicas de la capital italiana, San Pablo Extramuros.

El pontífice argentino recordó las palabras de san Francisco, que pedía a los sacerdotes "predicar el evangelio, y si fuera necesario también con la palabra", refiriéndose a la importancia de predicar sobre todo "con la vida, con el testimonio".

Francisco se refirió a aquellos que predican la fe también con su "pequeño y humilde testimonio", aquellos que viven "con sencillez su fe en lo cotidiano de las relaciones de familia, de trabajo, de amistad".

"Hay santos del cada día", los santos «ocultos», una especie de «clase media de la santidad, de la que todos podemos formar parte", agregó.

Mención a los católicos perseguidos

También recordó, como hizo durante el rezo del Regina Coeli de la mañana en San Pedro, hablando de los católicos perseguidos, "que en diversas partes del mundo hay también quien sufre, como Pedro y los Apóstoles, y entrega la propia vida por permanecer fiel a Cristo, con un testimonio marcado con el precio de su sangre".

En otro de los pasajes de su homilía, el pontífice explicó que "adorar al señor quiere decir darle a él el lugar que le corresponde", "creer —pero no simplemente de palabra— que únicamente él guía verdaderamente nuestra vida" y "que estamos convencidos ante él de que es el único dios".

Ante ello, invitó a los fieles a despojarse "de tantos ídolos, pequeños o grandes, que tenemos, y en los cuales nos refugiamos, en los cuales buscamos y tantas veces ponemos nuestra seguridad".

"Son ídolos que a menudo mantenemos bien escondidos; pueden ser la ambición, el gusto del éxito, el poner en el centro a uno mismo, la tendencia a estar por encima de los otros, la pretensión de ser los únicos amos de nuestra vida, algún pecado al que estamos apegados y muchos otros", añadió.

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