El Gobierno de Portugal, obligado a buscar nuevas fórmulas para reducir el déficit público

Una manifestante portugués sostiene un cartel pidiendo la dimisión de Passos Coelho por las medidas de recorte, en una protesta celebrada el pasado mes de marzo.
Una manifestante portugués sostiene un cartel pidiendo la dimisión de Passos Coelho por las medidas de recorte, en una protesta celebrada el pasado mes de marzo.
GTRES
Una manifestante portugués sostiene un cartel pidiendo la dimisión de Passos Coelho por las medidas de recorte, en una protesta celebrada el pasado mes de marzo.

Los dos años del programa de rescate han permitido a Portugal recuperar la confianza de los mercados, pero han puesto en evidencia gruesos errores de la troika, que han sumido a su mejor alumno en la peor crisis de su historia reciente.

El primer ministro conservador luso, Pedro Passos Coelho, el gobernante del sur de Europa más alineado con Alemania y el que más ha defendido la receta de la austeridad, no ha logrado sacar al país de una espiral de recesión y desempleo que dura ya tres años, pese a cumplir, al pie de la letra, todas las medidas exigidas a Portugal.

La sentencia del Tribunal Constitucional, que tumba hasta cuatro medidas de recorte —entre ellas, la supresión de una paga 'extra' y el recorte de subsidios de desempleo—, ha sido la gota que ha colmado el vaso en el Ejecutivo luso, y pese al respaldo que el jefe de Estado, Anibal Cavaco Silva, ha dado este sábado por la noche, el Gobierno de Passos Coelho deberá buscar nuevas fórmulas que le permitan ahorrar más de mil millones de euros, la cifra que habrían obtenido con los recortes que ahora el alto tribunal ha calificado de ilegales.

Este fallo del alto tribunal luso es el segundo que descalifica las medidas de ahorro del Ejecutivo conservador, ya que el pasado julio los magistrados consideraron discriminatoria la suspensión de las pagas extras a funcionarios y pensionistas y no al sector privado, pero no impidieron que la medida se aplicara ese año por la situación financiera del país.

Además, dicho fallo fue visto por el mercado como una amenaza para la credibilidad de las finanzas lusas y sirvió de excusa para que la izquierda solicitara la renuncia del jefe del Gobierno, que ha visto cómo esta semana también ha dimitido su ministro de confianza, Miguel Relvas.

Este sábado por la noche, tras una reunión de tres horas, el Ejecutivo luso declaró que, aunque respetaba el fallo del Constitucional, ponía en riesgo la negociación de la deuda del país y que perjudicaba su estabilidad.

Pedro Passos Coelho comparecerá públicamente este domingo a las 18.30 hora local —las 19.30 h en la España peninsular— desde el Palacete de Sao Bento, la residencia oficial, situada en Lisboa, según los medios locales.

Un modelo sin resultados de éxito

La UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), con un apoyo del Gobierno luso que nunca lograron en Grecia, confiaban tener en Portugal un modelo exitoso de rescate, basado en reformas y recortes presupuestarios que, sin embargo, no ha logrado por ahora los resultados previstos.

Por culpa de una caída aguda del consumo y la demanda interna, los fuertes aumentos de impuestos al salario, que en dos años elevaron más de un 40% la presión fiscal sobre los portugueses, generaron al final menor recaudación pública, al igual que la subida de los peajes o un aumento del IVA de hasta el 300%.

En un país donde el Estado movía cerca de la mitad de la economía y una quinta parte de la fuerza laboral, la reducción abrupta del sector público estimuló, según muchos economistas, el cierre de miles y miles de empresas y una caída del PIB que, en el trienio 2011-2013, sumará siete puntos porcentuales.

La troika —formada por el FMI, la Comisión y el Banco Central europeos— suavizó en dos ocasiones y por iniciativa propia, como subrayó el Ejecutivo luso, las metas exigidas a Portugal a cambio de su préstamo de 78.000 millones de euros.

Pero pese a la ingeniería contable realizada con privatizaciones y fondos de pensiones de la banca, el país no ha podido cumplir ningún año los objetivos.

Consecuencias políticas y sociales

Las medidas de austeridad aplicadas por Passos Coelho le han valido, en cambio, un alto coste político y social, con dos sentencias del Tribunal Constitucional contra los presupuestos de 2012 y 2013, tres huelgas generales, cuatro mociones de censura y cientos de manifestaciones.

Las patronales se oponen también a muchos de los recortes y negocian con los sindicatos, contra la voluntad del Ejecutivo, subir el salario mínimo, congelado en 485 euros mensuales.

El líder conservador se ha convertido en el político peor valorado en las encuestas y hace un año que a su Partido Social Demócrata (PSD) le saca una creciente ventaja el Partido Socialista (PS), al que desalojó del poder en las elecciones anticipadas que siguieron al rescate.

Los democristianos, garantes de su mayoría absoluta en el Parlamento, han mostrado su descontento por algunas medidas de austeridad y en su propio partido le critican con dureza líderes muy influyentes.

El jefe del Estado de Portugal, Aníbal Cavaco Silva, la figura más respetada en el PSD, se ha distanciado del primer ministro, pide atención a los problemas sociales y fue quien envió al Constitucional los últimos presupuestos.

En la oposición, que no deja de exigir su renuncia, ha perdido el consenso del PS con el programa del rescate, cuya "profunda renegociación" pidieron los socialistas esta semana.

Passos Coelho, cuyo meteórico ascenso en el seno de su partido lo llevó en solo un año a la presidencia de la organización y a la del Gobierno, culpa al mal escenario económico internacional y al pobre desempeño de las exportaciones lusas de la falta de recuperación de la economía y el repetido empeoramiento de sus previsiones.

Como principal éxito destaca la vuelta de Portugal a los mercados financieros, donde los intereses de su deuda han caído a cerca del 6%, un tercio de lo que pagaba hace un año.

El mes pasado también celebró que una de las grandes agencias de calificación de riesgo cambió el pronóstico "negativo", que todas mantienen sobre la economía lusa, y consideró "estable" la nota de bono basura atribuida a Portugal poco después del rescate.

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