De vendedor de pañuelos en un semáforo a aspirante a juez

  • El liberiano Howard Jackson lleva afincado en Sevilla desde hace 10 años.
  • Ahora cumple su sueño: estudiar Derecho en la UNED para llegar a ser juez.
  • Pide ayuda para que alguien le pague la carrera.
Howard vestido de pastora en el semáforo de Plaza de Armas de Sevilla.
Howard vestido de pastora en el semáforo de Plaza de Armas de Sevilla.
PACO PUENTES
Howard vestido de pastora en el semáforo de Plaza de Armas de Sevilla.

Hoy va vestido de pastora. Es Howard Jackson, el famoso africano que lleva 10 años vendiendo clínex en el semáforo de Plaza de Armas de Sevilla, al lado de la estación de autobuses. Haga frío o calor, no falla.

Su lema es siempre es el mismo: arrancar una sonrisa a la gente, la misma que él brinda. Para ello, se disfraza cada día. En su casa de la localidad de Camas, donde vive de ocupa desde hace 8 años, tiene hasta 200 trajes: pantera, caperucita roja, monja, faraona, princesa, vaca, tigresa, centurión romano, bebé y hasta de torero, aunque su favorito es el "de Cleopatra", cuenta con una amplia sonrisa a 20minutos.

Jackson cumple su gran sueño: estudiar Derecho en la UNEDCon tan solo 16 años, Jackson huyó de la guerra de su país: Liberia. Perdió a su familia y sobrevivió como pudo. Pasó mucho hasta llegar a España. La suya es una historia de auténtica superación que un día le gustaría publicar.

Hoy, orgulloso y feliz, explica que está cumpliendo uno de sus  grandes sueños: estudiar Derecho en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). "Mi padre quería que estudiara esta carrera. Siempre he querido ser juez", dice.

Para conseguirlo, todas las tardes se sienta delante de los libros en su casa de la localidad sevillana de Camas. "Este año solo me he matriculado de dos asignaturas porque no tengo más dinero", comenta.

Sueña con que alguien le ayude a pagarse la carreraEste apátrida (carece de nacionalidad liberiana) sueña con que pronto le concedan el permiso de residencia ya que según consta en el documento que tiene en su poder, emitido en abril de 2006 por el Consulado de la República de Liberia, "no queda probada su ciudadanía liberiana".

En esta situación, y según reza en el escrito, Mr. Howard Jackson no puede ser inscrito en "el registro consular, extender certificado a su nombre, ni admitir su solicitud para la obtención del pasaporte de su país".

Su otro deseo es que alguien generoso le ayude a pagarse la carrera o los libros. Mientras llega su samaritano, Howard no pierde la esperanza.

Hace años, un anónimo llegó de noche al semáforo de Howard. Depositó en su canasta de pañuelos un sobre con 1.000 euros y se marchó. "Tardé días en abrirlo. Me dio miedo. Cuando lo hice, lloré de la alegría. ¡Ojalá se repitiera!"

Jackson es apátrida, es decir, carece de nacionalidad. Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), se trata de un problema que afecta a una media de 12 millones de personas en todo el mundo y "tiene un impacto terrible en las vidas de las personas". El Ministerio de Justicia español asegura a través de su web (www.mjusticia.gob.es) que existen diferentes instrumentos internacionales que establecen normas mínimas a las que los apátridas puedan acogerse.

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