Representa la carne con una piel de tono lechoso y casi siempre sin sangre; las figuras femeninas (inexpresivas y de edad indeterminada) componen una mezcla de épocas pasadas; el 16º presidente de los EE UU Abraham Lincoln, los símbolos totémicos, las reliquias, los gabinetes de curiosidades y otros vestigios del pasado forman el complejo universo creativo de Mark Ryden (Oregón - EE UU, 1963).

El veterano ilustrador es considerado desde la década de los noventa como una de las grandes figuras del surrealismo pop, nacido en el sur del estado estadounidense de California. Ryden borra la frontera entre el arte elevado y el que a menudo se considera como "menos serio". Admirador del Bosco e Ingres, de la pintora californiana Margaret Keane y también de los Teletubbies y las Barbies, combina la sensibilidad pictórica de los grandes maestros con temas crípticos y oscuros plagados de referencias a la cultura popular.

La editorial Rizzoli de Nueva York publica el 16 de abril The Gay 90's (Los alegres años noventa), un libro con una selección de ilustraciones de los últimos años que define como "desconcertantes" y relaciona con "la visión sentimental de lo pasado de moda".

Ryden se aferra a un lenguaje artístico dominado por el kitsch y sacraliza la vulgaridad de la figurita barata de cerámica, los adornos excesivos y los colores mal combinados. El estilo neoclásico, el dominio de un técnica depurada y la pincelada precisa que exhiben sus obras no son un impedimento para imaginar escenas tan fantásticas como incomprensibles: una figura femenina toma el té con la mirada perdida mientras Lincoln pica un enorme trozo de carne roja, tres niñas rubias se tumban sobre el piano rosado que toca Jesucristo, la cabeza de un bebé flota como un globo atada al cordón umbilical que sale del vientre de una mujer que ignora la escena.

Con The Gay 90's el autor se refiere a la ddécada de los noventa del siglo XIX, cuando surgió el pensamiento modernista, crítico con los cánones decimonónicos. Los nostálgicos de aquella década reaccionaron más tarde a la cultura de consumo de los años veinte y comenzaron a recordar el final del siglo XIX como una época de placidez y seguridad, relacionada con su juventud, transformada en un era idílica como ahora sucede con los años cincuenta o sesenta. Ryden rescata los clichés, los recuerdos de lo que nunca experimentamos y los "buenos tiempos" de varias generaciones para crear una nueva mitología.