Viajar para comer: la gastronomía como razón misma del viaje

  • El Gourmet Bus de Barcelona combina la panorámica con la cocina en directo.
  • Es lo mismo que en Roma hace el Ristotram, en su caso en forma de tranvía.
  • En esa ciudad, Eataly es un mercado remodelado para productos gourmet.
Un recorrido por la historia y la arquitectura de Roma mientras se cena.
Un recorrido por la historia y la arquitectura de Roma mientras se cena.
Ristotram.it
Un recorrido por la historia y la arquitectura de Roma mientras se cena.

A la hora de elegir destino, la gastronomía siempre ha sido un ingrediente clave para muchos turistas. Pero nunca como hasta ahora el cómo y qué comer fue la razón misma del viaje. Muchos viajeros acuden a tal o cual lugar llamados solo por la fama de un restaurante, un cocinero o un tipo de cocina.

La cocina y la alta gastronomía se han metido en las maleta de los turistas y de mil y una maneras. Desde un barco a un autobús pasando por un tranvía o un avión, comer y disfrutar es hoy más decisivo que nunca.

En España, una de las más novedosas es el Gourmet Bus de Barcelona, un autobús turístico que lleva el sello del estrella Michelín Carles Gaig y que en ocho meses ha servido 15.000 cenas. Una propuesta que combina una visita panorámica con cocina en directo y degustación de cocina local, con platos como tarrina de pescado de roca, brandada de bacalao, crema de alcachofas o canelón tradicional con crema de trufa, que Gaig prepara en el autobús.

"Barcelona tiene tres atractivos fundamentales; Gaudí y lo que, para mí, son dos museos abiertos: el mercado de la Boquería y el campo del Barça; en medio de todo esto está la gastronomía", explica el chef.

El sector turístico está exprimiendo al máximo las cualidades de la gastronomía local para atraer a un perfil de cliente, incluso residente, que quiere conocer la ciudad "de otra manera", según el director general de Julià Travel (la empresa creadora del Gourmet Bus", Nacho Casanova.

Tomar una copa de cava en la azotea de un monumento histórico como La Pedrera de Gaudí o del Círculo de Bellas Artes de Madrid, o un museo, cenar en un observatorio astronómico, recorrer los rincones gastronómicos de referencia con una audioguía... La oferta es infinita.

El País Vasco es una de las regiones más innovadoras en este tipo de propuestas, que van desde aprender mano a mano a hacer una putxera –un cocido de alubias típico de la villa vizcaína de Balmaseda– a visitar un mercado histórico en compañía de un chef local que después explicará al turista-pupilo como cocinar los ingredientes.

París, Roma… y volando

Fuera de nuestras fronteras, y más allá del mítico Bateau Mouche parisino, con el que millones de turistas navegan cada año por el Sena desde hace seis décadas y pueden degustar pequeños bocados de haute cuisine francesa, el sector turístico ha encontrado un filón en las apuestas que hacen compatible la visita a una ciudad con una experiencia gastronómica.

La alta cocina ha llegado a los aviones gracias a la figura del chef volador de algunas compañías aéreas. "Cuando viajamos y volvemos a casa, la gente se hace dos preguntas: qué tiempo hacía y si la comida estaba buena. Es esencial que el viaje comience ya con buena cocina", asegura el cocinero austríaco de la aerolínea Turkish Airlines, Christian Reisenegger, pionera en este servicio.

Reisenegger reconoce que cocinar en un avión impone límites "en el proceso culinario", pero que "la creatividad siempre es posible". "El reto es lograr que un plato terminado en el aire tenga las texturas y propiedades de un plato fresco", admite. Y quien quiera llevarse la sabiduría de un buen chef a casa también puede cocinar con él durante su viaje.

La gastronomía se cuela en todo tipo de propuestas turísticas, sobre todo en países y ciudades donde la cocina es parte esencial de la cultura; como ejemplo, el exitoso Ristotram de Roma: un tranvía donde disfrutar de la cocina italiana con un recorrido por la historia y la arquitectura de la ciudad.

Aunque la capital italiana es sinónimo de caos y desorden en cuanto al tráfico, los turistas pueden compensarlo con el encanto de este tranvía antiguo, al que se suben cada año unas 8.000 personas y que recorre algunos de sus monumentos, desde el Coliseo al Circo Massimo o Porta Maggiore.

Otra propuesta romana es Eataly, un mercado tradicional remodelado hace unos meses en el que se comercializan esencialmente productos gourmet y delicatessen con sello italiano, que gozan de muy buena imagen exterior.

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