A estos festines acuden auténticas bandadas de aves, y los vecinos sufren su paso.
El presidente de la comunidad, Hipólito Meca, afirma que esta vecina, cuyo balcón hace esquina con la calle Isabel la Católica, alimenta a las palomas desde hace más de cinco años, en una jardinera de dos metros de largo por 40 centímetros de ancho.
Hipólito insinúa que la mujer «se cree bondadosa», y por ello alimenta a las aves. Así, todos los días unas «50 ó 60 palomas acuden a su balcón. El sonido es insoportable, tanto cuando las aves van a comer como cuando tienen crías. Es horrible», dice.
Además, le han advertido varias veces de que no atraiga a los pájaros por su insalubridad, pero ella ha hecho caso omiso.
Ayer, esta mujer no respondía al teléfono cuando intentamos saber por qué las alimenta.
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