Quizá el escritor chileno Roberto Bolaño (1953-2003), cuya vida transcurrió al menos en un 50% en Cataluña, hubiera escrito un poema en un solo instante al ver una exposición dedicada a su mundo. O quizá simplemente hubiera paseado sus intensos, incisivos, sutiles y salvajes ojos capaces de crear la brutalmente perfecta 2666 por el recorrido que el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona plantea por su universo a través de material nunca visto.

Una Barcelona que lo acogió a sus 24 años, en un piso que no tenía ni ducha. Obedecía el autor al clásico, que no tópico esta vez, y que ejercería todo tipo de trabajo a cambio de sustento. Incluso robó, en sus peores momentos, libros. Pero lo logró, hizo realidad la meta, pese a su enfermedad y la pobreza, las vicisitudes: sería escritor, y cambió el verso por la prosa cuando nació su primer hijo (tendría dos) con la intención de coronar el sueño.

Se escapó de la norma desde el principio, hasta para su muerte: solo tenía 50 años. No era sin embargo inesperada, desde los noventa ya sabía que sufría una insuficiencia hepática grave. No caben aquí los comentarios sin documentar a este respecto, a la causa, al origen.

El título de la muestra acaso hubiera podido recurrir a cualquiera de sus versos pero lo sencillo le ha ganado el pulso a lo emotivo: Archivo Bolaño.1977-2003. Un tributo a los diez años de su temprana muerte (15 de julio) abierto hasta el 30 de junio, en el que se presenta buena parte del material inédito del Archivo de los Herederos de Bolaño en forma, imposible otra, de cuentos, poemas, cuadernos, fotografías, entrevistas...

Es la primera vez que los amantes de este autor de culto acceden a este material inédito. Y tres son las miradas desde las que se plantea esta visión (comisariada por Valérie Miles y Juan Insua) del creador de El policía de las ratas: su vida en Barcelona, Girona y Blanes; su cronología creativa; y sus procesos de trabajo como escritor.

Además, la exposición coincide con la séptima edición bienal de Kosmópolis (14 y 16 de marzo), la Fiesta de la Literatura Amplificada, también celebrada en el CCCB, centrada esta vez en la ciencia, la ciencia ficción y el humor. ¿Habría Bolaño acudido a esta cita..? Quién sabe, sigue siendo un gigante enigmático, escurridizo y poco amigo de ser famoso aunque siempre convencido de que sería lo que fue: escritor.

Un creador que logró una literatura sin precedentes y absolutamente imposible de copiar. No hay más nombre para su obra y su poder (traducida su obra a 35 idiomas) que el suyo propio: Bolaño. O en palabras de Vila-Matas: «Un carpetazo histórico y genial a Rayuela de Cor­tá­zar. Una grieta que abre brechas por las que habrán de circular nuevas corrientes literarias del próximo mi­lenio".

Quizá el autor de Estrella distante habría recordado, al ver este tributo a su obra, su deseo una vez esbozado de recuperar la escritura que sólo le escapó con la muerte y salir de lo perdido aun a costa de perder lo engañosamente dulce: "Sólo deseo recuperar la disponibilidad cotidiana de mi escritura, líneas capaces de cogerme del pelo y levantarme cuando mi cuerpo ya no piensa aguantar más".