El Design Museum de Londres, fundado hace 22 años por Terence Conran —el inventor de las tiendas de decoración de interiores—, fue el primero del mundo que tuvo la valentía y la visión de dedicarse a la exhibición de objetos fabricados en serie. Ese carácter le otorga poder y credibilidad para que los premios que concede desde hace seis años a los mejores diseños sean considerados los Oscar de la disciplina dedicada a prefigurar y fabricar lo que está por hacer, lo que vendrá.

Los noventa candidatos en las siete categorías del certamen de este año (Arquitectura, Digital, Moda, Mobiliario, Diseño Gráfico, Transporte y Productos)  acaban de ser nominados por el museo, que expondrá las piezas en la muestra Designs of the Year 2013 (Diseños del año 2013), entre el 20 de marzo y el 7 de julio. La exhición incluye ejemplares de los objetos y, en el caso de edificios o vehículos, fotografías o maquetas. Los ganadores serán anunciados en abril.

Como en las ediciones anteriores, los organizadores han tenido en cuenta la utilidad, la belleza, cierto grado de rupturismo, la conciencia social y mediomabiental de los proyectos y la investigación de nuevas áreas y tecnologías. Al igual que en el pasado, hay una descompensada presencia —y es la única característica que desluce el certamen— del Reino Unido.

Entre los proyectos y productos que optan a los premios hay desde grandes edificios —por ejemplo, el rascacielos Shard de Londres (del arquitecto italiano Renzo Piano), el segundo más alto de Europa (310 metros) tras la Torre Ciudad Mercurio de Moscú, todavía en construcción (380)— hasta  la botella LiquiGlide para ketchup desarrollada por el Massachusetts Institute of Technology, que impide que en el interior del recipiente se quede ni un solo grumo o resto del contenido gracias a un recubrimiento interior hiperresbaladizo.

También ha habido nominaciones para iniciativas tecnológicas revolucionarias como la microcomputadora Raspberry Pi de la fundación inglesa sin ánimo de lucro del mismo nombre, que se vende entre 25 y 35 dólares para ser empleada en la enseñanza escolar de programación. Para aprovechar la fiebre despertada por la placa de computación, desprovista de todo embellecimiento y del tamaño de una tarjeta bancaria pero capaz de casi cualquier tarea que se le requiere a un ordenador personal, el museo pide el envío de fotos de modelos personalizados de la Raspbery Pi para ser exhibidas.

En el largo listado de finalistas —donde figura el arquitecto español Andrés Jarque con su proyecto Ikea Disobedients— aparecen también el pebetero de los Juegos Olímpicos de Londres, diseñado por el estudio de Thomas Heartherwick, y el Four Freedom's Park de Nueva York, dedicado al Discurso de las Cuatro Libertades de Franklin D. Roosevelt en 1941 e  inagurado finalmente, tras dilaciones que no parecían tener fin, el año pasado, nada menos que cuarenta años después de la muerte de su diseñador, el gran arquitecto Louis Kahn.

Mientras que el único smartphone nominado es el Windows Phone 8 de Microsoft, entre los diseños tecnológicos aparecen la impresora en miniatura Little Printer de Berg; unas gafas infantiles autoajustables para niños de países en vías de desarrollo que no tienen acceso a consultas ópticas; las prótesis Magic Arms para críos con enfermedades musculares congénitas, y la silla de ruedas Morph, que permite el plegado completo de las ruedas, diseñada por el estudio Vitamins.

En el apartado gráfico recibe una nominación la revista The Occupied Times of London, diseñada por Tzortzis Rallis y Lazaros Kakoulidis y relacionada con el movimiento indignado y okupa de la capital británica, y en moda aparece la colección de Louis Vuitt0n diseñada por la artista Yayoi Kusama.