De Cabo prometía "salvar el patrimonio del empresario arruinado, que escuchaba lo que quería escuchar"

Intentaba dar "apariencia" de riqueza con coches de alta gama y pistas de pádel en su sede de Valencia, según un extrabajador

El liquidador Ángel de Cabo, en prisión bajo fianza de 50 millones de euros por querer ocultar los bienes del expresidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán, prometía "salvar el patrimonio personal del empresario arruinado", que "siempre escuchaba lo que quería escuchar" aunque tuvieran "hipotecas", sufrieran una situación de "morosidad" o estuvieran sometidos a "ejecuciones inminentes o en trámite".

Así consta en la declaración que Jorge García Téllez, trabajador del conglomerado de empresas de De Cabo, hizo ante la Comisaría General de Policía Judicial y que resultó clave para desarrollar la 'operación Crucero', que finalizó con el arresto en diciembre de 2012 de su jefe, Díaz Ferrán y otras siete personas.

Según consta en el sumario de esta causa, al que ha tenido acceso Europa Press, para captar a los clientes, De Cabo intentaba dar una "apariencia" de riqueza utilizando coches de alta gama, contando con pistas de pádel en las instalaciones de su sede central, en Ribarroja de Turia (Valencia), o diciendo a sus clientes que tenía barcos y deportivos.

Estas operaciones le permitían lucrarse, según la declaración, al poner a su personal "en nómina de las sociedades adquiridas", llevarse sus vehículos, tomar todos los bienes inmuebles que tenían, vaciar las cajas de dinero que iban entrando y meter acreedores falsos en los concursos de las empresas en quiebra.

"nunca se ha pagado nada"

Para ello, constituía "hipotecas de máximos" en las empresas afectadas o transfería su patrimonio "a alguna" de sus sociedades pero siempre sin abonar ninguna cantidad. "Aunque en las escrituras conste que se efectúa algún pago, nunca se ha pagado nada", señalaba García Téllez, que declaró como testigo en esta causa.

Así, los reintegros que ordenaba hacer en cuentas de empresas a nombre de sus fiduciarios, "efectuados para su uso y lucro personal", los utilizaba como "justificante de las entregas de dinero que se hacen constar en las escrituras de adquisición del dominio que van destinadas a salvar el patrimonio de los empresarios en crisis". De esta forma, una salida de dinero que se ingresaba en el patrimonio personal de Ángel de Cabo se justificaba contablemente en sus empresas como "pago del IVA".

De igual modo, prometía a los empresarios a los que asistió —Díaz Ferrán y su socio, Gonzalo Pascual, o los Ruiz Mateos, entre ellos— entregarles dinero para que pudieran mantener su "nivel de vida" aunque "lo verdaderamente cierto" es que nunca cumplía con el acuerdo. "Sí que realiza algún pago de los que ha prometido pero nunca termina cumpliendo con el acuerdo tal y como lo cerró", señala la declaración.

Cuando estas empresas disponen de activos que consideran "interesantes" en su "propio provecho", De Cabo se inventa que es necesario "sacar el dinero rápido" porque sus "contactos en la Fiscalía" le advertían de que las cuentas de las empresas iban a ser intervenidas. "El metálico, que se reparten entre Ángel de Cabo y Susana Mora para no dejarlo en la oficina, acaba en su bolsa de deporte", dice el testigo.

"si te gusta bien,

Si no a la puta calle"

Después de hacer el ERE en las empresas, De Cabo se llevaba el "mobiliario, los ordenadores y los vehículos" y ponía a su personal en nómina para mantener "su estructura con bajos costes". "Todo esto lo hace a base de gritos y a la voz de ya. Efectúa las escrituras de transmisión de las propiedades de los empresarios, tal y como les prometió pero sólo en apariencia porque no paga nada de nada", señala el testigo.

También hace hincapié en los malos modos del liquidador: "Hace trabajar al personal hasta elevadas horas de la madrugada y nadie rechista, insultando a la gente, y claro está, como no hay trabajo, el personal aguanta lo que le echen".

Su entramado era como "una empresa familiar", a tenor de la descripción que hace su empleado. "Sólo manda Ángel de Cabo, todo es de Ángel de Cabo, sólo se hace lo que Ángel de Cabo dice, si te gusta bien, si no a la puta calle, como él dice. Ángel de Cabo decide lo que se va a hacer y lo ordena a base de gritar, de meter presión, de menospreciar al personal, de insultar al trabajador e incluso a su familia. Cuando él quiere algo, lo quiere para ya, y si es necesario no se va a casa nadie hasta que se haga", apunta.

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