Los españoles, 'malos oficiales' de Hollywood

  • Fernando Rey, Banderas o Bardem se asentaron gracias a sus papeles de malo.
  • Jordi Mollá ha hecho ya tres veces de narcotraficante latino.
  • Eduardo Noriega nos habla de su papel de villano en 'El último desafío'.
El actor Eduardo Noriega, en una escena de 'El último desafío'.
El actor Eduardo Noriega, en una escena de 'El último desafío'.
ARCHIVO
El actor Eduardo Noriega, en una escena de 'El último desafío'.

Hay una curiosa anécdota sobre cómo Fernando Rey, el histórico actor español, terminó siendo el malvado de French Connection, una de las grandes películas de los setenta. El director, William Friedkin (autor también de El exorcista), vio Belle de Jour, de Buñuel, y se enamoró del protagonista: lo quería para su nuevo proyecto. Así se lo hizo saber a Michael Winner, que ejercía de responsable de casting, pero Winner le dio gato por liebre: como Paco Rabal no hablaba inglés y tenía problemas de disponibilidad, contrató a Rey y juró y perjuró a Friedkin que era el hombre que buscaba. Con el proyecto a punto de empezar a rodar, Friedkin no tuvo opción: tuvo que quedarse con el español "postizo", que completó un gran trabajo en un filme que llegó a ganar cinco Oscar.

Villano por villano. Español por español. Desde entonces, y sobre todo en los últimos tiempos, es frecuente encontrar a compatriotas dando vida a malvados de Hollywood. Antonio Banderas. Javier Bardem, Jordi Mollá. Luis Tosar. O, por supuesto, Eduardo Noriega, que se enfrenta a Arnold Schwarzenegger en El último desafío, donde encarna a Gabriel Cortez, un refinado y diabólico narcotraficante mexicano.

De narco a narco: precisamente, el personaje de Rey en The French Connection (Contra el imperio de la droga), Alain Charnier, también trataba de meter sustancias prohibidas, en este caso heroína, en Nueva York. Gracias a la película, que tuvo una más que digna secuela, Rey consolidó una carrera internacional que ya le había llevado a trabajar con Orson Welles y que, después, se extendería con colaboraciones con Robert Altman (en Quintet, donde también estaba Paul Newman) o Vincente Minnelli (con quien trabajó en Nina, la última película del cineasta).

Rey, fallecido en 1994, puede considerarse un pionero. Algo parecido podría decirse de Antonio Banderas, cuyas aventuras cinematográficas en Hollywood, allá por los noventa, tenían cierto sabor a epopeya. Banderas llegó a EE UU con papeles amables de latino encantador (como en  Los reyes del mambo tocan canciones de amor, Philadelphia o La casa de los espíritus), pero pronto tuvo ocasión de mostrar su lado oscuro en Entrevista con el vampiro, donde enseñaba los colmillos a Tom Cruise y Brad Pitt.

Dirigida por Neil Jordan, Entrevista con el vampiro llevaba al cine una novela de Anne Rice, y pretendía mostrar la soledad, la tragedía y la desesperación que implica el alimentarse de sangre ajena y vivir eternamente. Elegantes y refinados, atractivos y sensuales, los vampiros de la película eran auténticos príncipes de las tinieblas, sofisticadas criaturas de larga melena y sofisticados andares. Banderas era, quizá, el más fino de todos: Armand, un aristocrático vampiro francés con mucho poder en las altas esferas vampíricas.

Después de Rey y Banderas, por supuesto, hay que hablar de Javier Bardem. Si Rey fue una excepción y Banderas un indicio, Bardem es la confirmación. Como Banderas, Bardem empieza su carrera en Hollywood encarnando a un "bueno", el artista cubano Reinaldo Arenas, pero pronto se pasa al lado oscuro en Collateral, donde (¡cómo no!) da vida a un narcotraficante mexicano, Félix Reyes. La película era buena, pero donde de verdad Bardem triunfó fue en su siguiente malvado en EE UU: No es país para viejos.

Ataviado con un imposible peinado, con escasas frases pero con una enorme presencia en la historia, el personaje de Anton Chigurh (un implacable y maquinal asesino, un auténtico 'ángel de la muerte') se convirtió, en el acto, en un clásico del cine, y supuso para Bardem el Oscar al mejor actor secundario. También gustó mucho, aunque sin candidaturas al Oscar de por medio (sí, por ejemplo, al BAFTA), la última incursión del español en el campo de los malvados: descontrolado, excesivo, melifluo y tan repugnante como atractivo, su personaje de Silva en Skyfall merece, sin discusión, entrar en la lista de los mejores enemigos de Bond.

Hablando de Bond: sí, Fernando Guillén Cuervo también tuvo oportunidad de sacar lo "peor" de sí mismo encarnando a un corrupto jefe de la policía boliviana en Quantum of Solace, la penúltima (hasta el momento) entrega de 007. El de Guillén fue un papel corto, pero simpático (cómo olvidar su diente de oro), con el que el actor reconocía haber experimentado "un subidón para el niño que llevo dentro"... Algo parecido a lo que debieron sentir en su momento Jordi Mollá y Luis Tosar.

Un, dos, tres... Narcotraficante otra vez

Mollá, la verdad, debe sentirse algo encasillado. Es lógico: saltó a Hollywood en Blow, junto a Johnny Depp y Penélope Cruz, encarnando a un narco latino. En Dos policías rebeldes 2 repitió papel. Y, para colmo... ¡Volvió a hacerlo en Noche y día! Diego Delgado, Héctor Juan Carlos 'Johnny' Tapia y Antonio Quintana son los tres nombres de los latinos perversos a los que Mollá ha dado vida. ¿Y Tosar? Pues, un poco, lo mismo: su narcotraficante colombiano de Corrupción en Miami se llamaba, casi nada, Arcángel de Jesús Montoya.

Ahora el turno es de Eduardo Noriega, que se mete en la piel de un narco mexicano en El último desafío, donde se enfrenta a Schwarzenegger. La oportunidad perfecta para preguntarle al actor español por qué los españoles (casi) siempre tienen que hacer de malos en Hollywood: "No tenemos cara de malos", responde Noriega, "pero tradicionalmente en las películas de Hollywood suele haber un villano extranjero. Supongo que es por lo exótico, por el acento extranjero y, sobre todo, porque en la cultura estadounidense y en el cine de entretenimiento es más sencillo: el malo es extranjero, viene de fuera, me lo cargo y los buenos somos nosotros. El héroe es blanco, occidental... Me identifico con él, que es mío, de mi tierra, y al malo que lo zurzan. Tiene algo que ver con ese concepto elemental de buenos y malos, y que el malo sea extranjero lo hace todavía más sencillo".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento