El reportero Plàcid García-Planas exhibe su 'botín' de macabros e incorrectos recuerdos de guerra

  • El veterano corresponsal de guerra de 'La Vanguardia'  ha recolectado 'souvenirs' en todos los frentes de batalla de los que ha sido testigo desde 1988.
  • 'Flyers', carteles, objetos cotidianos y personales se mezclan con productos pop de factura gruesa como un mechero con un avión estrellándose en las Torres Gemelas.
  • La colección se exhibe en Barcelona en "El Archivo del corresponsal de guerra".
La imagen de la muñeca Barbie enganchada sobre un papel moneda oficial del régimen de Saddam Hussein.
La imagen de la muñeca Barbie enganchada sobre un papel moneda oficial del régimen de Saddam Hussein.
Colección Plàcid García-Planas
La imagen de la muñeca Barbie enganchada sobre un papel moneda oficial del régimen de Saddam Hussein.

Flyers propagandísticos del ejército estadounidense alentando a los militares iraquíes a desertar bajo la amenaza del ataque (1991), un trozo de un monumento a Sadam Husein destrozado por chiíes en Basora (2003), permisos militares autorizando a circular por lugares restringidos en las guerras de Afganistán (2009-2010), un fragmento de un plato de la residencia de Gadafi en Brega después del asalto (2011), un mechero con la

forma de las Torres Gemelas de Nueva York siendo atacadas (2001)...

La exposición El Archivo del corresponsal de guerra muestra objetos simbólicos de las guerras de las que ha sido testigo el periodista Plàcid Garcia-Planas como reportero de La Vanguardia desde 1988. A lo largo de los años, el periodista ha documentado los conflictos con su testimonio escrito, pero también mediante la colección de objetos y souvenirs que a menudo han sido protagonistas y motores narrativos de sus artículos.

Narración quebrada, demencial, absurda

La colección, que se presenta en el Arts Santa Mònica de Barcelona hasta el 23 de febrero, permite una narración tan quebrada, demencial, absurda, macabra y, a veces, plena de humor negro y trágico, como la guerra misma. Se trata de piezas que trasladan al visitante a países y épocas históricas por la vía del detalle, evocando situaciones de conflicto y crisis humanitarias a partir de objetos. En ocasiones son incorrectos, pero tienen más contenido de realidad que la mejor de las crónicas.

Garcia-Planas es un periodista que, como señalan los organizadores de la muestra, se gana la vida "explicando las guerras como testigo en primera persona, transcribiendo en el campo de batalla la muerte con precisión, concisión y claridad" y teniendo el tacto y la humanidad de no preocuparse solamente "por las grandes declaraciones y las estadísticas de la destrucción, sino que también se fija en el detalle".

Autor de memorables crónicas, algunas recogidas en libros como Jazz en el despacho de Hitler, no se limita a narrar los conflictos, sino también a revisas los escenarios de guerras pasadas para analizar cómo ha quedado el territorio y la población.

Un muñeco antiestrés de Sadam

Su interés por las piezas simbólicas le ha llevado a conservar desde fragmentos de objetos obtenidos en lugares destacados una vez destruidos (papel pintado del Parlamento de Belgrado tras un ataque en 2000 o restos de un monasterio dinamitado por guerrilleros albaneses en Macedonia en 2001) a extraños juguetes o pequeños objetos de consumo elaborados a partir de la mitifación pop de las guerras y sus protagonistas (un pato de bañera con colores de camuflaje, soldaditos soviéticos alusivos a la revolución de octubre de 1917, un muñeco antiestrés con la figura de Saddam Hussein, una maqueta de misil iraquí...).

La exposición también muestra recuerdos macabros alusivos a episodios dramáticos, como el encendedor con la forma de las torres gemelas de Nueva York siendo atacadas el 11-S, que el periodista compró en una tienda paquistaní del Raval barcelonés justo un mes después de los ataques o una punta de misil que obsequiaba una fábrica de metales en una feria de armamento.

Billetes iraquíes con Barbie

El arte está presente a través de fragmentos de obras con símbolos militares y de líderes políticos recuperados tras la destrucción o bien objetos cotidianos que se han convertido en piezas singulares al ser intervenidos (por ejemplo, billetes iraquíes con la cara de Saddam Hussein a los que se les ha añadido la imagen de la muñeca Barbie). También se muestran objetos personales y herramientas de trabajo del periodista, ropa y accesorios militares (un casco y una placa de un prisionero iraquí de la Guerra del Golfo de 1991, fragmentos de un misil de Hezbollah caído en Haifa en 2006).

La exposición repasa casi todos los conflictos bélicos del último cuarto de siglo y algunos hechos históricos sin los cuales aquellos serían inexplicables y lo hace desde el punto de vista de los objetos de uso cotidiano que permiten palpar la guerra como "banalidad y abismo". En su recolección de recuerdos que singularicen las guerras, García-Planas sólo se marca un límite: "No recojo nunca objetos que estén al lado de algún ser humano caído en el campo de batalla. Delante de un cuerpo al cual le han arrancado el alma siento una tristeza infinita".

"Cómo puntuar la muerte"

El corresponsal, que empezó su carrera como enviado especial con el entierro del Ayatolá Jomeini en Irán (1988),  entiende que "los reporteros de guerra, de la guerra y del diario que sea, tenemos el mismo problema: cómo adverbiar el sufrimiento, cómo adjetivar la oscuridad, cómo puntuar la muerte".

Los organizadores de la muestra entienden que "con esta sentencia de corte clásico, precisa y cortante como una contra arma de fuego de nueva generación", Garcia-Planas "define a la perfección el oficio de escribir: el oficio de transcribir en un campo de batalla la muerte. Al frente de la información y la comunicación moderna, funcional y práctica, y de la comunicación posmoderna, hiperculta e hiperpresente, además de poner a la persona humana en medio de la escritura, Plàcid preserva otro valor: desplaza las víctimas hacia fuera de campo. Todas las guerras son nuestras y somos nosotros".

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