Las denuncias por violación se multiplican en Francia, donde el año pasado el Ministerio del Interior registró 4.412, según el rotativo Le Figaro. El dato constituye una media de una violación cada dos horas.

Según este diario, los delitos sexuales ocupan buena parte del tiempo de la policía gala, que en 1994 atendía unos 2.000 casos, mientras que en la actualidad se ocupa de más del doble.

"Esto no significa que las agresiones fueran antes menos numerosas", según Frédéric Malon, jefe de la Oficina Central para la represión de la violencia contra las personas.

Para él, la cifra negra de las violaciones (las que no se denuncian) ha descendido en favor de una cierta liberación a la hora de hablar de ello.

Lo que cuesta poner una denuncia

Según un colectivo feminista contra las violaciones, sólo una de cada 10 denuncia su caso, permaneciendo las demás en el silencio "a veces durante años, antes de hablar del drama que han vivido".

Una vez interpuesta, la denuncia lleva a investigaciones que pueden durar meses, según un comisario.

El violador, excitado por la oportunidad, no conoce ni ha visto jamás a su víctima salvo diez minutos antes de que se produzca la violación. En estas condiciones es difícil establecer el vínculo entre la vítima y el agresor.

Además, no suelen existir rastros genéticos o huellas digitales que poder utilizar, y los agresores suelen disimular su rostro o tapar los ojos de la víctima.

El perfil del violador

Tiene de 20 a 40 años, de zonas marginales o desfavorecidas y ataca en las zonas de mucha gente. Los sótanos de los inmuebles de sus víctimas suelen ser lugares predilectos para atacar.

En Francia la lista de violadores es larga, y en algunos casos curiosa.

Le Figaro recuerda el caso del "violador melómano", que evocaba su pasión por Bizet y el bel canto antes de actuar. El criminal violó a dieciseis mujeres en París y sus alrededores.