Hoteles sobre vías: los trenes de lujo pasan de Feve a Renfe

En España, viajar en tren también puede ser sinónimo de lujo. Desde hace años existen cuatro trenes que son hoteles o cuatro hoteles con ruedas que viajan sin prisa por las vías de la red ferroviaria. Son el Al Andalus, el Expreso de La Robla (más modesto) y el Transcantábrico Gran Lujo y Clásico.

Hasta ahora Feve (Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha) se ocupaba de su gestión; pero Feve ha desaparecido al finalizar 2012. De modo que Renfe explotará a partir de ahora los cuatro trenes turísticos.

Renfe ha comenzado a vender servicios de viajes turísticos en estos trenes de lujo a través de su servicio 'renfeviajes'. La división de servicios turísticos que Renfe ha heredado de la extinta Feve cuenta con una flota de 56 trenes. Este negocio generó el 15% de la facturación total de Feve en 2011, unos 5,17 millones de euros.

Así, Renfe explotará también los trenes más lujosos, que son el Transcantábrico Gran Lujo, el Transcantábrico Clásico, el Al Andalus y el Expreso de La Robla.

El Transcantábrico Gran Lujo es el tren turístico más veterano de España y está considerado como uno de los cinco mejores del mundo. Se trata de un tren-hotel de cinco estrellas que realiza un viaje de ocho días entre Santiago de Compostela y San Sebastián.

El Transcantábrico Clásico circula desde hace tres décadas y, según la empresa, combina el "encanto de los míticos trenes de principios del siglo XX con las comodidades más avanzadas del siglo XXI".

El tren Al Andalus recorre Andalucía entre los meses de mayo y diciembre (excepto julio y agosto) realizando viajes de seis días en un tren cuya "orfebrería ensambla con el embrujo andalusí y el glamour de la 'belle époque'".

El Expreso de la Robla, por su lado, brinda la oportunidad de viajar en un tren de época, con todas las comodidades de cualquier hotel y a un precio muy asequible para conocer el Norte de España, de Bilbao a León.

En virtud de la reforma del sector ferroviario aprobada por el Gobierno el pasado año, Feve desapareció el pasado 31 de diciembre mediante la segregación y división de sus activos, personal y negocios entre Renfe y Adif. La operadora se hizo con los trenes y su explotación, y Adif con las infraestructuras y su gestión.