La mascarilla: la prenda del miedo y la vergüenza en Pekín

  • Pekín se se ha visto sacudida por la peor nube de contaminación de toda su historia, con consecuencias aún desconocidas para la salud de sus habitantes.
  • Las autoridades han tomado algunas medidas para limitar las emisiones de óxido de nitrógeno, como cerrar fábricas e intensificar la supervisión de la de circulación de los vehículos.
  • Las mascarillas se han agotado en la mayoría de puntos de venta.
  • Llevamos décadas sacrificando nuestro medio ambiente para alcanzar un desarrollo rápido", afirmo esta semana el artista Ai Weiwei.
Dos personas con mascarillas circulan con sus bicicletas por las atascadas calles de Qingdao (China).
Dos personas con mascarillas circulan con sus bicicletas por las atascadas calles de Qingdao (China).
EFE
Dos personas con mascarillas circulan con sus bicicletas por las atascadas calles de Qingdao (China).

Máscaras de hospital, antigás y hasta versiones de lujosas marcas. La población pequinesa se pertrecha como puede contra la nube de contaminación que cubre la ciudad desde hace días, que ha agotado las reservas de mascarillas en algunos puntos de venta.

La densa polución ha vaciado prácticamente el almacén de estos productos en Taobao Mall, uno de los líderes comerciales por Internet del gigante asiático, después de que las ventas de mascarillas se disparara un 130% sólo en Pekín durante el fin de semana (en dos días hubo 500.000 peticiones), según el portal de noticias Sina.

Ante la misma falta de stock, una dependienta de una tienda cercana a una céntrica parada de metro de la capital china no tiene más remedio que ofrecer a un cliente una mascarilla de "usar y tirar". El diario Beijing News acompaña las noticias sobre la polución con varios retratos de ciudadanos con distintos modelos: de dibujos animados, decorados con llamativos conejos o en sobrio negro.

Es el tono de humor de la población china ante el sombrío panorama que presenta la urbe estos días, en los que se ha visto sacudida por la peor nube de contaminación de toda su historia, con consecuencias aún desconocidas para la salud de sus habitantes.

Aunque las autoridades han tomado algunas medidas para limitar las emisiones de óxido de nitrógeno, como cerrar fábricas e intensificar la supervisión de la de circulación de los vehículos, no son suficientes a ojos de la ciudadanía, que opta por invertir en imaginación y protegerse como puede.

En las inmediaciones del hospital de Chaoyang, en el corazón de Pekín, la escena es muy gráfica. Decenas de personas entran y salen del centro cubiertos por máscaras, muchas de ellas las clásicas utilizadas por los médicos en el quirófano, mientras otros marcan tendencia con fundas de marcas de prestigio como Chanel.

A salir del edificio y sin querer dar su nombre, un ciudadano protegido por su mascarilla quirúrgica asegura que "no confía en las estadísticas gubernamentales sobre la medición de contaminación", ya que considera que "el cielo de Pekín es terrible, y hay demasiados coches y mucha gente".

Es el sentir general de la población pequinesa estos días, reflejado en las redes sociales y en las calles, donde la polución se ha convertido en el tema estrella de debate y en una fuente inagotable de críticas contra la acelerada industrialización del país.

Cubierta por una mascarilla azul de enfermera, otra viandante comenta que, aunque no le gusta "llevar la cara tapada", lo hace porque lleva "unos días tosiendo sin parar debido a la mala condición del aire, así que la llevaré hasta que mejore el tiempo".

"Estos días la gente discute este tema con frecuencia y menciona que los tóxicos se pueden quedar en el pulmón, a lo que tengo mucho miedo", añade.

No es la primera vez que la población china vive un momento de pánico semejante por su salud.

Así lo recordaba esta semana el controvertido artista Ai Weiwei, quien a modo de protesta ha colgado en su cuenta de Twitter un impactante primer plano con la cara cubierta por una mascara antigás. "Cuando el SARS (síndrome respiratorio agudo severo) irrumpió en 2002, la población entró en pánico. Nada ha cambiado desde entonces. Llevamos décadas sacrificando nuestro medio ambiente para alcanzar un desarrollo rápido", afirmo.

Para Ai, uno de los activistas chinos más conocidos tanto dentro como fuera del país asiático, China se encuentra en una suerte de "punto de no retorno" en lo que respecta a su medio ambiente. "Se han cometido demasiados errores", enfatiza.

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