En la presentación en Londres de su última película, "The Prestige", del director anglo-estadounidense Christopher Nolan, Caine insistió en que, a sus 73 años, intenta trabajar lo mínimo posible, ya que odia "madrugar". Su vida transcurre "de la forma más ordinaria" en un pueblecito del condado de Surrey (sur de Inglaterra) en compañía de su esposa, "el ser más maravilloso" que ha conocido.

"Mi vida es de lo más corriente. Mi mujer me pide que saque la basura y cosas así", confesó en la rueda de prensa para presentar la película de Nolan. En "The Prestige", el actor londinense, que cuenta en su haber con dos Oscar de Hollywood, encarna a un inventor de trucos de magia que ayuda a alcanzar el estrellato a un ambicioso mago en el Londres del siglo XIX.

Para su papel, Caine cambia el registro de su voz para hacerla más gutural y profunda como, según él, debían ser las voces de la época, debido a la contaminación ambiental.

En su opinión, los actores de hoy en día trabajan menos la voz que los de su generación y no saben proyectarla. "A veces trabajo en películas donde apenas oigo a mi interlocutor, sólo sé que me toca intervenir porque sus labios paran de moverse", bromeó el protagonista de "Alfie" (1966) y "The Italian Job" (2003).

Su propia voz es tan potente que su esposa a menudo le pide que "baje el tono en los restaurantes".

Caine concluye que tal vez su dominio de las cuerdas vocales se deba a su experiencia en el teatro, que "te enseña a hacerte oír sin gritar". Otra característica de su voz es su acento, que revela su origen humilde en un barrio del sur de Londres.

Al lograr convertirse en actor en una época en que en Inglaterra sólo parecían lograrlo "los ricos y los homosexuales", Caine abrió camino a los futuros aspirantes de baja extracción social.

"Es de lo que más orgulloso me siento de toda mi carrera, de haber abierto las puertas de la interpretación a la clase obrera", aseguró.