Funicular de Artxanda: un pedazo de Suiza en Bilbao

  • Fue construido en 1915 por una empresa suiza especialista en trenes alpinos.
  • Recorre 770 metros, con una pendiente máxima del 44,98%, en sólo tres minutos.
  • La vista de Bilbao desde arriba explica el cariñoso nombre del Botxo, el agujero.
El funicular ofrece una soberbia panorámica de Bilbao.
El funicular ofrece una soberbia panorámica de Bilbao.
Miguel Fernandes/GUIA REPSOL
El funicular ofrece una soberbia panorámica de Bilbao.

Bilbao ha pasado del acero de las fábricas al titanio del museo de arte. La capital de la provincia de Vizcaya es hoy una ciudad moderna, atractiva para el turista; un lugar que se ha lavado la cara sin perder la magia del casco antiguo, perfectamente conservado. Y todo rodeado de parajes de gran interés paisajístico.

Disculpas para visitar Bilbao hay muchas. La que nos ocupa es el Funicular de Artxanda o cómo descubrir un pedazo de Suiza en la capital vizcaína.

Construido en 1915 por la empresa suiza L. Von Roll, especialista en trenes alpinos, el funicular de Artxanda sigue siendo, casi un siglo después, la mejor forma (la más rápida, divertida y segura) de encaramarse al monte homónimo, cuya cima de 250 metros de altura ofrece una soberbia panorámica de la ciudad.

Se divisa el emblemático arco sobre el estadio de San Mamés y se goza de una perspectiva distinta del reluciente Museo Guggenheim. También se entiende, viendo allá abajo Bilbao, encajonado entre montes, por qué le llaman cariñosamente el Botxo, el agujero.

Arriba, además de la vista, hay terrazas y merenderos de restaurantes, como el Txakoli Simón, paraíso del chuletón a la brasa.

El funicular ha sufrido varias reformas y tan sólo un accidente grave, en 1976. Recorre 770 metros, con una pendiente máxima del 44,98%, en sólo tres minutos.

Parte cada cuarto de hora (laborables, 7.15-22.00 - festivos, 8.15-22.00 - 0,92 euros) de la calle Castaños, muy cerca del Campo Volantín, entre el Ayuntamiento y el puente de la Salve.

Desde el Museo Guggenheim, hay un paseo de diez minutos hasta la estación inferior, cruzando el Nervión por el puente Zubi Zuri, de Santiago Calatrava.

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