Cinco playas de España, porque también son para el invierno

  • La Salvaje, playa de surferos, está tan cerca de Bilbao que se puede ir en metro.
  • La asturiana Balota es tan fotogénica que sido decorado de algunas películas.
  • Mar de Fora (Coruña) no es para bañarse, sino para sobrecogerse por el temporal.
La grandiosa playa de Laga, en la reserva de la Biosfera de Urdaibai.
La grandiosa playa de Laga, en la reserva de la Biosfera de Urdaibai.
WIKIPEDIA/Beltxo
La grandiosa playa de Laga, en la reserva de la Biosfera de Urdaibai.

Recorremos otras cinco calas y arenales de la España peninsular para amantes de la naturaleza y la soledad, de las olas gigantes y los pájaros venidos de lejanas tierras, de pasear bajo la lluvia y llevar la contraria a quienes creen que en invierno no hay que pisar la playa.

Las playas se pueden disfrutar sin asarse de calor. Para leer en las rocas la historia del planeta (Algorri). Para lanzarse en parapente o hacer surf en pleno temporal (La Salvaje). Para ver atardecer en el fin del mundo (Mar de Fora). Para recordar las películas que allí se rodaron (Ballota). O, simplemente, para merendar chocolate con pan tostado (Laga).

La Salvaje (Vizcaya): surf y parapente

Cuesta creer que, tan cerca de Bilbao (tanto, que se puede ir en metro) haya una playa de 750 metros rodeada de verdes acantilados. Salvaje es, pero no solitaria. A ella vienen por cientos los surfistas a probar sus famosas olas (hay dos escuelas: La Salbaje, y Quicksilver). Vienen los parapentistas a lanzarse desde lo alto de los acantilados (también hay una escuela: Parapente Sopelana). Y vienen multitud de curiosos que, viendo las muchas escaleras que hay que bajar (y luego subir), se quedan arriba mirando el mar y los barcos que entran y salen del puerto de Bilbao. El que se aburre aquí es porque quiere.

Situación: en Sopelana, a 24 kilómetros al norte de Bilbao.

Mar de Fora (A Coruña): paseo por el fin del mundo

"Praia perigosa. Playa peligrosa. Dangerous beach. Pluge dangereuse". En cuatro idiomas, para que nadie se haga el sueco, avisan los carteles a la entrada de esta playa que se abre desafiante entre las puntas Uña do Ferro y Alba do Sul, a barlovento del cabo de Finisterre, al mar abierto, sin abrigo que la defienda del violento oleaje y del viento nada suave que ha formado su sistema dunar de 270 metros de profundidad y hasta ocho de altura. No es lugar para bañarse, no, sino para dar un paseo con el ánimo sobrecogido por el temporal. Se puede pasear por su orilla de 550 metros o por la senda litoral de 9,5 kilómetros (tres horas y media, sólo ida) que continúa hasta la playa do Rostro.

Situación: en Finisterre, a 107 kilómetros al suroeste de A Coruña.

Algorri (Guipúzcoa): una clase de geología

Quien piense que la geología es aburrida es porque no ha ido desde la ermita de San Telmo, a las afueras de Zumaia, hasta la cala de Algorri caminando por el filo de un acantilado que parece una lasaña de canto, con nítidos estratos que hablan de sucesos acaecidos en otras eras, incluida la extinción de los dinosaurios. Son sólo cinco minutos de paseo, pero equivalen a 50 millones de años. En el Centro de Interpretación Algorri explican de forma amena cómo se formó esta costa y ofrecen rutas guiadas por geólogos.

Situación: en Zumaia, a 34 kilómetros al oeste de San Sebastián.

Ballota (Asturias): una belleza de cine

Entre Cue y Andrín, a cuatro kilómetros de la villa de Llanes, se halla la muy fotogénica playa de Ballota, que ha servido de decorado para el rodaje de El detective y la muerte, de Gonzalo Suárez, y Estirpe de tritones, de Julio Suárez. Desde el mirador de la Boriza, que está en lo alto del monte, se ve de cine su concha acantilada de 400 metros, su islote del Castro y, en la punta occidental, su famoso bufón, una chimenea natural que en invierno lanza el agua comprimida de las olas a 40 metros de altura, como un géiser.

Situación: en Cue (concejo de Llanes), a 111 kilómetros al este de Oviedo.

Laga (Vizcaya): reserva de la biosfera

Esta playa, que tiende su sábana blanca de 500 metros entre la desembocadura de la ría de Gernika y el cabo Ogoño, es una de las muchas maravillas de la reserva de la Biosfera de Urdaibai, la comarca con mayor diversidad paisajística y ecológica del País Vasco. En invierno, cuando las olas arrecian, hay pocos lugares mejores para surfear. Un plan más tranquilo es contemplar la playa desde el cielo del cabo Ogoño, a donde se puede subir caminando media hora desde el cementerio de Elantxobe. Y más tranquilo aún, merendar chocolate con churros en el restaurante Toki Alai (946 276 163), que está detrás de la playa, separado solo por un ventanal.

Situación: en Ibarrangelu, cerca de Guernika, a 46 kilómetros al noreste de Bilbao.

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