Todos los partidos de la oposición, menos ERC, creen que el conseller catalán de Interior, Felip Puig, no debería seguir en su cargo en el futuro gobierno de la Generalitat, porque consideran que la información dada sobre el dispositivo del 14-N ha provocado la pérdida de confianza en él y en los Mossos d'Esquadra.

Tras la nueva comparecencia de Puig en el Parlament para ampliar la información que dio el pasado 3 de diciembre sobre el uso de proyectiles de lanzaderas en la huelga general, donde una mujer perdió un ojo por un impacto de un objeto no identificado, solo ERC se ha abstenido de pedir que Puig no continúe en el cargo.

El diputado de Esquerra Oriol Amorós ha recordado que su partido está en estos momentos en negociaciones con CiU para garantizar la estabilidad de la futura legislatura, pero no ha querido concretar si en esa negociación reclamarán que Puig no siga. Amorós se ha mostrado satisfecho con la dimisión del comisario del área de Recursos Operativos, Sergi Pla, mientras que para el socialista Xavier Sabaté, se trata de un simple cabeza de turco.

Sabaté ha dicho que Artur Mas no ha aceptado la dimisión de Puig ante la inminencia del nuevo gobierno, pero ha insistido en que el conseller no puede continuar "por el bien del país y de los Mossos d'Esquadra" porque con su declaración de este jueves ha demostrado "descontrol".

El diputado del PP Santi Rodríguez, que duda de que los datos sobre el lanzamiento de proyectiles puedan ser tan precisos como recogen los informes, ha señalado que el próximo presidente de la Generalitat no puede contar con Puig por su falta de credibilidad.

En esa línea, el ecosocialista Jaume Bosch ha pedido a Puig que abandone por responsabilidad política en este caso, que ha puesto en duda la confianza en los Mossos d'Esquadra, y ha criticado que haya aceptado la dimisión de Pla y él se haya mantenido en el cargo. Para Jordi Cañas, de Ciutadans, la comparecencia del conseller más que eliminar sombras, las ha creado.